El puzle de José Moreno en Lucenahoy.com

http://www.lucenahoy.com/blog/manuel-guerrero/puzzle-jose-moreno-millan/20160528233938029378.html
EL PUZLE DE JOSÉ MORENO MILLÁN
Manuel Guerrero Cabrera
Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un «cross» a la mandíbula.
            ROBERTO ARLT
            José Moreno Millán (Cabra, 1980) sintió que era el momento. Después de recibir ánimos de parte de sus amistades, después de creer posible que sus escritos lo merecían y después de que una de sus obras fuera elegida en el Concurso de Microrrelatos «Pluma, tinta y papel» y de que otra lograra el IX Premio «Saigón» de microrrelato, este joven egabrense reunió sus textos y los organizó de tal manera que surgió El puzle (Uno editorial, 2016). Porque El puzle es una colección de relatos sobre la vida, una combinación bien ejecutada y mejor resuelta que, lejos de rompernos la cabeza, nos ofrece la alegría y el dolor de la vida, del amor y de la muerte en prosa amena y llena de sugerencias. En el prólogo que firma el autor lo confiesa:
            La felicidad está en las cosas sencillas de la vida. Por eso, estas páginas se impregnan de la cotidianeidad de la familia, de la amistad, del amor, de un viaje o de un café en compañía.
            En efecto, el autor nos informa de los motivos y temática de cada pieza, aunque el acierto de la narrativa de Moreno Millán estriba en la narración del instante; de tal suerte que quien lee siente que le han sacudido y comprende que se le ha asestado un buen golpe de efecto literario, todo un «cross» a la mandíbula del lector. Esta narración del instante ofrece sus mejores ejemplos en los dedicados a Madrid y al amor; evidentemente, sin tener en cuenta la obviedad de que los relatos dedicados a Madrid son una muestra de amor a esta ciudad:
            Desde hacía más de siete años se había convertido en la protagonista de su historia. La que le hacía suspirar. Con quien anhelaba estar tras haberse ausentado varias horas. Para él, ella era imprescindible. Por eso, no entendían que, de pronto, la hubiese abandonado
(«Ella»)
            Madrid es un lugar lleno de impresiones, una sugerencia forjada en la vida de su gente, en los instantes que vivan las personas que imaginan sus calles:
            Dicen que desde lejos se puede ver cómo una nube de contaminación la envuelve.
Yo creo que esa nube no es polución. Está hecha de sueños, de risas en la calle, de olor a bocadillo de calamares, de castañas asadas, de tierra en las zapatillas.
(«Madrid»)
            Madrid puede ser simplemente los instantes que se quedan en la retina, mientras se pasea por ella:
            Unos hermanos, reacios, a adecuarse al presente, comparten un litro de cerveza junto a la calzada. Un poeta urbano regala sus versos a los viandantes que, borrachos de indiferencia, se detienen para curiosear ante el escaparate de ese establecimiento casi centenario. Turistas distraídos compran imanes para la nevera y pandillas de jóvenes planean sus sueños de fin de semana.
(«Gran Vía»)
            ¿Acaso no es el amor a la ciudad un trasunto del amor a una persona, en este caso, a una chica? ¿No causan similares sensaciones los instantes de vida de la Gran Vía a los de la amada?
            Ella ya no estaba y, en su adiós, dinamitó el recuerdo de la partida de trivial, del mensaje inicial, de la primera Coca Cola, del primer troyano, del Vídeo de Navidad, de la felicitación de Fin de Año.
(«La chica de los martes»)
            ¿Acaso no es similar la desilusión de un amor perdido que la inutilidad de la luz de las estrellas?
            Una estrella fugaz iluminó el cielo. Pero él no la vio.
(«La chica de los martes»)
            Como en todo ejercicio narrativo, el dominio del tiempo es esencial. Moreno Millán lo refleja cuando escribe sobre la amistad o sobre la literatura. Sobre este último motivo, ofrece propuestas muy logradas, una de ellas reconocida con el Premio «Saigón» de Microrrelato, «Seis palabras» que es todo un homenaje a Don Quijote de la Mancha y al ejercicio literario. En este grupo, incluimos  el acertado «Tercer acto».
            De repente, las luces del teatro parpadearon un instante. Y entonces, su pesadilla volvió a hacerse realidad. Su compañera de reparto ya no estaba. Había desaparecido una vez más. […] Los focos fueron atenuándose, el poco público de la sala mascullaba que ese resultado era de esperar.
(«Tercer acto»)
            El volumen acaba con «Los otros», un ejercicio ontológico que resulta ser un acertado epílogo a este puzle en el que el autor encaja las piezas de sí mismo. Probablemente, con este texto final Moreno Millán nos esté mostrando con mayor claridad la materia de cada uno de sus relatos: la fugacidad del tiempo. El tiempo que pasa y que no vuelve más, el tiempo que se divide en instantes, sueños y desilusiones, que recoge para escribir su obra, su literatura, con la que nos lanza un «cross» que difícilmente podremos evitar, porque es lo que encontramos en nuestra vida diaria.

Las salinas del aliento leído por Juan de Dios García en La galla ciencia

http://juandediosgarcia.lagallaciencia.com/2016/05/leido-las-salinas-del-aliento-de-manuel.html

Aparte de que esté apadrinado por Luis Alberto de Cuenca, hay libros que se justifican enteros con el pomo refulgente del portalón que los abre. Y eso ocurre con este canto al proceso de reproducción. El laboratorio somos nosotros. Manuel Guerrero nos da la bienvenida con un haiku de aleación vital y literaria patrocinado por Poe y Dante:

Ecografía.

Corazón delator.

La nueva vida.

Un Naufragio de diez años en anécdotas ( y 4). Artículo en Surdecordoba.com

http://www.surdecordoba.com/opiniones/manuel-guerrero-cabrera/naufragio-diez-anos-anecdotas-y-4

 

Después de la interrupción de estas anécdotas el mes pasado, que bien lo merecía el protagonista del artículo, volvemos a ellas para ponerles el punto final con una variopinta selección de recuerdos.
Hemos presentado a quienes participaban en los recitales siempre engrandeciendo su biografía… Tanto que una vez nos pasamos y le adjudicamos un Premio Nobel de Literatura a una chica de Rute.
También hemos puesto todo el empeño posible para que el público se sintiera totalmente ligado a lo que hacíamos. En una de las noches de terror que realizamos en la Casa de la Juventud de Lucena, durante la misma hubo un bullicio al final de la sala, debido a que se había desmayado una chica. Algunos asistentes nos felicitaron por haber incluido ese teatrillo en el transcurso de las lecturas, pero todo fue algo fortuito, pues la chica había sufrido un desvanecimiento de verdad.
Y no solamente el público, también los miembros que han sido parte del jurado del Premio «Saigón»; pues quienes formaron parte de él en 2015 tuvieron que esperar a que mi hija merendara, antes de debatir qué texto iba a ganar. Para que formaran parte de la familia, claro.
No hemos querido dejar nada atrás y buscar el detalle en todo momento. Unas veces se ha conseguido, como en el recital dedicado al Romanticismo en el que la Asociación Artefacto trajo un piano desde Rute, debido a que no conseguimos ninguno en Lucena. Otras veces, por el contrario, nos ha faltado música o, como expuse en los anteriores artículos, presentador y público.
Por último, en 2009, año en el que comenzamos a hacer con regularidad nuestras actividades, muchos sectores de la sociedad lucentina y de la egabrense trataron de etiquetarnos, básicamente, como un colectivo de izquierdas o de derechas, como si solamente viéramos el mundo blanco o negro, obviando los variados matices de gris, como diría don Manuel Alcántara. Poco a poco, gracias al extenso abanico de actividades, que se abre desde el recital de poesía religiosa y cofrade o el dedicado a Miguel Hernández y se cierra con visionado de películas de distinta índole o foros de libros muy diferentes, conseguimos que no nos relacionasen con ninguna ideología, salvo, quizá, con la Cultura.

 

Sin lo espiritual. Artículo en La Opinión de Cabra

http://www.laopiniondecabra.com/ampliar.php?sec=especiales&sub=colaboraciones&art=1179
Me han atendido médicos que están obligados a dar un número limitado de horas, se les acumulan los pacientes en las consultas, sin posibilidad de atender a todos como es debido y, evidentemente, no pueden hacerlo fuera del horario. He pasado noches y días en plantas de hospitales en las que no había Betadine, con la consecuente búsqueda del mágico desinfectante en otras plantas. He sabido de la lasitud de enfermeras, de aires acondicionados estropeados en pleno julio, de visitantes ruidosos que ignoraban los avisos de los auxiliares… Se dice que la salud es lo principal, pero está claro que durante la crisis lo importante es la crisis. Los recortes en sanidad no tienen otro fin que el de mermar la salud del sistema y de los que forman parte de él.
Quienes visitamos los hospitales con asiduidad lo percibimos.
¿No son los motivos del primer párrafo de este artículo suficientes para la crítica e indignación? Parece que no, que hay personas que les ofende más una estampa de la Virgen del Rocío en la pared del hospital que la falta de recursos, como ha ocurrido en un hospital de Sevilla; parece que hay políticos para quienes lo innecesario es un sacerdote que pueda acompañar a las personas enfermas en sus últimos momentos por voluntad de estas y no cualquiera de los motivos del primer párrafo, como ha ocurrido en Castilla-La Mancha con la propuesta de PSOE y Podemos. Y, curiosamente, para los dos casos, el usuario del hospital y los políticos, respectivamente, arguyen el mismo laicismo y, cuando se refieren a las religiones, hablan de una, la cristiana.
La decisión del hospital de Sevilla esconde el maltrato a la sanidad española y desaprovecha la ocasión para denunciar las carencias del sistema. Las nuevas alianzas políticas decepcionan cuando aparecen este tipo de estas noticias que, en lugar de ofrecer una respuesta a las necesidades de la ciudadanía, en este caso, sanitarias, se aprovechan de su postura para infundir su ideología. No es la solución quitar estampas de las paredes, ni prohibir que un enfermo confiese sus pensamientos a un cura; la respuesta está en que los médicos atiendan a sus pacientes con los medios adecuados, que no falten recursos ni personal. Todo lo demás es una cortina de humo con el que evitar el trabajo de resolver lo importante. Así debiera ser, como en esta estrofa de Los milagros de Nuestra Señora de Berceo.
Yo cerca ti estando, tú no tengas pavor,
tente por mejorado de toda la dolor;
recibí de ti siempre servicio y amor,
darte quiero el precio de esa tu labor.

 

Reseña de Antes de que olvides de Mª Jesús Soler en El coloquio de los perros

Mª JESÚS SOLER ARTEAGA. ANTES DE QUE OLVIDES
(Anantes, Sevilla, 2016)
por MANUEL GUERRERO CABRERA
          Como si de un aviso se tratara, Antes de que olvides llega después de cinco años de la publicación de Carta lunar. Como un afortunado encuentro con alguien con quien no coincidías en bastante tiempo, sus versos aparecen «como una pequeña luz a lo lejos, / como una esperanza que crece», porque «quedan grabados los detalles / […] que nos mantienen vivos».
Además de los títulos antes citados, Mª Jesús Soler Arteaga (Sevilla, 1977) es autora de los poemarios Recóndita armonía (2010), Las horas muertas (2008) y Ciudad imposible (2005); ha participado en varias antologías, como Poesía viva de Andalucía (2006) y Homenaje a la Generación del 27 (2009) y ha colaborado en distintas revistas (ÁgoraMester de Vandalia, Saigón, Cuarto Creciente, etc.); ha obtenido el premio Voces Nuevas 2007 y el VI Premio Noches del Baratillo con el antedicho Recóndita armonía. Bien justo y merecido es destacar aquí su labor de investigadora de la literatura femenina (Carmen Conde, Elena Soriano, etc.)
Los poemas de Antes de que olvides se agrupan en cuatro partes (La luz, Las palabras, Un lugar, Los paseantes) y cada uno nos lleva desde su título a París, un paseo poético para el amor, los cafés, las bibliotecas, el río, porqueDespués de atravesar la noche,
los mapas, las señales,
la tierra y los paisajes,
saldremos a la luz.
[…] brotaremos como palabras
de amor en las aceras. (‘Gare D’Austerlitz’)

La luz es uno de los elementos esenciales del poemario y a ella pertenece la primera parte. La poeta establece toda una definición de lo que somos desde los primeros compases del libro:

Luz. Somos luz. Éramos luz.
[…] lo que un día nos arrancaron
porque era luz. (‘Notre-Dame’)

Lo que somos, lo nuestro, todo lo que cabe en un nosotros es luz:

La sensación oscura y penosa
de estar siempre fuera de sitio,
en un lugar que no podemos
llamar nuestro, […]
Luz del día
al romperse la noche. (‘Châtelet’)

          Y, por supuesto, el nosotros, el tú y el yo, dando sentido a un límite de tiempo:
Hay un instante de triunfo,
el momento en el que tus ojos
despiertan a la luz del día. (‘Triomphe’)O, cuando el tiempo ya se ha consumido, como en ‘Père-Lachaise’, que alude al cementerio parisino, obviamente, desde la muerte, pero también desde el amor y el dolor, en uno de los mejores poemas del conjunto:

Si alguna vez la vida nos separa
que sea yo quien caiga en el olvido,
quien me adentre en las calles
de Père-Lachaise […]
quien pregunte a sus habitantes
por el tiempo perdido.

En la segunda parte del libro, Mª Jesús Soler nos deja las palabras para proseguir el paseo; evidentemente, las palabras de cada poema, de cada imagen, de cada sensibilidad, las escritas y las habladas:

Será como decir amor
en todos los idiomas.
(‘Shakespeare& Co.’)

Las palabras son las que permanecen contra el olvido, como ‘Les invalides’ o ‘Montparnasse’, las que construyen lo cotidiano como poesía, como ‘Place du Tertre’ o ‘Jardin des Plantes’, al que pertenecen estos versos:

Sonríes en las sílabas
que no habitan mis versos
cuando la vida se convierte
en algo más que unas pocas metáforas
y unas páginas hilvanadas.

La visita continúa con la sección de “Un lugar”, en la que ‘Orsay’ nos habla de que la ciudad no nos pertenece, porque se transforma del mismo modo que nosotros; que llama al recuerdo en ‘Rivoli’, ‘Seine’ o en ‘La Bastille’, siempre acompañado de la pesada losa del tiempo («Han pasado veinte años / y ahora es tu sombra la que deambula / por los pasillos y se sienta / a la cabecera de aquella mesa»).
Los paseantes «de lo vivido y lo venidero» completan el camino por París. Sentimos lo andado, porque «estos pies doloridos y cansados / son la muestra prosaica / de la vida como camino»; un trayecto que decidimos realizar con esta lectura y que nos deja tantos recuerdos…

de manos enlazadas,
dos nombres que se anudan
cuando la eternidad
se difumina efímera
y vana cada atardecer.

El amor se vuelve sutil erotismo en la parte final del libro:

cuando los que pasean
se abracen al miedo que los ahoga,
cuando los amantes enlacen
sus manos y también sus cuerpos.
(‘Bois de Vicennes’)

Este poema es el cierre del libro, que supone un brillante broche final, por las connotaciones recibidas en el poemario, por la sugerencia final, en palabras de la prologuista Anabel Caride «no podrían ser mejor epílogo para la obra completa»:

El jardín en silencio,
la ciudad y su historia,
la noche y los amantes
aguardan una palabra de amor
prendida en un instante de vida.

Como insinuábamos al comienzo, Mª Jesús Soler es una poeta con un largo recorrido de títulos, que no nos agotan; con esto quiero decir que Antes de que olvides no solamente se realiza sobre París, sino también sobre las logradas imágenes que la autora construye y a la que nos tiene tan acostumbrados:

Aquellos fueron buenos tiempos,
la gente, el río, los poemas perdidos
en el fondo de la memoria,
al otro lado del espejo del agua,
como esta tarde y el susurro del río.

           Pero, además, las estructuras bimembres (alguna trimembre) y los paralelismos aportan ritmo, una musicalidad natural a sus poemas; que se complementa con el uso reiterado del relativo, que consigue envolver la idea en el desarrollo de cada verso:

con la certeza y la esencia del tiempo,
con la nostalgia de la tierra
que va quedando atrás.

Mª Jesús Soler abría el poemario con una cita de Baudelaire, quien escribió en ‘Confesión’, en boca de una mujer que lo acompañaba:

Que tout craque, amour et beauté,
Jusqu’à ce que l’Oubli les jette dans sa hotte
Pour les rendre à l’Eternité!

El instante de vida, el amor, el recuerdo, la vivencia. Antes de que se olvide, antes de que vuelva eterno, todo se ofreció en París.