Biblioteca Gardeliana: Repatriación de Gardel de Ostuni. En La Opinión de Cabra

http://www.laopiniondecabra.com/ampliar.php?sec=especiales&sub=colaboraciones&art=1461

BIBLIOTECA GARDELIANA 8: REPATRIACIÓN DE GARDEL DE RICARDO OSTUNI

Manuel Guerrero Cabrera

Primera edición:

Ricardo OSTUNI (1995): Repatriación de Gardel. Editorial Club de Tango, Buenos Aires, 300p.

En una de las acepciones repatriar significa reintegrar a alguien a su patria de origen. En el caso de Gardel es reinsertarlo en la geografía de su cuna, el Río de la Plata, un territorio mucho más vasto y más significativo, que el de cualquier lugar determinado de esta misma latitud.

Si después de leer Repatriación de Gardel de Ricardo Ostuni, uno no se ha convencido de que Carlos Gardel no nació en Francia, con casi total seguridad se podría afirmar que no habrá quien lo haga. Ostuni escribió un libro analítico, de contraste de fuentes y citas, con la intención de ser objetivo y, en especial, con mucha conciencia criolla: «Creo que Carlos Gardel es un arquetipo de nuestra identidad cultural, un punto de referencia insoslayable cuando se trata de representar el modelo argentino o, con mayor precisión, el modelo espiritual de la cultura rioplatense» [1]. Y es que el autor tiene «algunas reticencias» sobre las tesis uruguayas, como la de que nació en Tacuarembó (curiosamente, uno de los puntos esenciales) pero no tiene duda de que Gardel no es francés. Sigue leyendo

Una clase desaprovechada. Artículo en Lucenahoy.com

https://www.lucenahoy.com/blog/manuel-guerrero/una-clase-desaprovechada/20191106123530074939.html

Hace cosa de de un mes, vi un fragmento de un programa de televisión en el que una alumna de primaria le preguntaba al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que a «dónde» donaría dinero si pudiera hacerlo a un «sitio», para lo que le daba dos opciones: la Catedral de Notre Dame o replantar el Amazonas. El alcalde, sin dudarlo, optó por la primera ante la sorpresa de la clase. No creo conveniente valorar lo que le dijera el alumnado, que trató de argumentar que el Amazonas es naturaleza; aunque después volveré sobre este punto. Sin embargo, Martínez-Almeida, como mayor de edad, da una explicación tan poco convincente que ningún niño de esa clase le creyó: «[El Amazonas] es el pulmón del mundo, pero la Catedral de Notre Dame es un símbolo de Europa, y nosotros vivimos en Europa. Y la verdad es que os digo una cosa, de las mejores cosas que nos han podido (sic) pasar a España en los últimos años es haber ingresado, treinta ya, en la Unión Europea y compartir una serie de valores…»

Elegir Notre Dame porque se vive en Europa es una preferencia muy torpe para un político. Así, se preferirá cualquier monumento europeo a las pirámides de Egipto, a la gran muralla china o al Taj Mahal. Esto lleva también a una peligrosa apreciación: a Martínez-Almeida no le importó nada la destrucción de Palmira en Siria o la de los Budas gigantes de Bamiyán en Afganistán, porque no eran «símbolos» europeos. El alcalde no debió apelar al lugar de origen, porque llegará el momento en el que considerará más valioso cualquier monumento de Madrid, por ejemplo, la Cibeles, que del resto de España, porque vive allí y es un símbolo innegable de la ciudad; y, entonces, caerá en el mismo error del nacionalismo que exalta ciegamente lo de una región (o un país) frente a lo foráneo. Muy torpe, repito. Y lo de que haber ingresado en la UE es «una de las mejores cosas» está muy bien como argumento para padres y madres, pero para aquella clase diría que no. Hubiera sido interesante ponerle en el aprieto de elegir entre replantar los árboles incendiados en el noroeste peninsular (donde ha sucedido el 44% de los incendios españoles de 2019) o Notre Dame.

Otra cuestión es la certeza de que aquel alumnado estaba enterado sobremanera de lo valiosa que es la naturaleza y, en especial, la del Amazonas, al mismo tiempo que transmitía la sensación de que ignoraban qué valor artístico tenía la catedral parisina, quizá cualquier obra de arte. De todos modos, es de sobra conocido que Martínez-Almeida no está sensibilizado con el medioambiente, como demostró con lo de Madrid Central, y como dejó claro cuando tomó las palabras de aquella clase y repitió que «El Amazonas es el pulmón del planeta», pues no lo es. El verdadero pulmón es el mar, concretamente las plantas marinas que generan el 70% del oxígeno del planeta. En efecto, los maltratados océanos que se siguen cubriendo de plástico y contaminándose por la acción humana… No obstante, aunque no deja de ser terrible que se incendie el Amazonas (este año no más que en los anteriores), los ecosistemas se regeneran, incluso después de los incendios.

Pero lo peor que hizo Martínez-Almeida es haber desaprovechado la oportunidad para hablar de Arte y de haberle transmitido a la clase que este es insustituible y, una vez destruido, es irrecuperable. Pienso en los citados Budas gigantes de Bamiyán, en los desaparecidos mausoleos de Tombuctú o en el Gran Tapiz de Miró que se perdió bajo las Torres Gemelas el 11S. Yo hubiera elegido Notre Dame por esto y no por ser un indolente «símbolo» europeo, pero, en fin, por algo no me dedico a la política.

Repudio del nacionalismo. Artículo en Surdecordoba

https://www.surdecordoba.com/opiniones/manuel-guerrero-cabrera/repudio-del-nacionalismo

Después de lo ocurrido (y sigue ocurriendo) en Barcelona, me reafirmo en mi convicción de que todo nacionalismo (sea catalán, español u otro) es ideología intolerante, racista, alimentada con la diferenciación del otro, dispuesta a alzar fronteras no solamente en la tierra sino en el interior de cada persona. Después de lo ocurrido en la capital catalana, una ciudad que ha destruido su carácter cosmopolita y abierto con la brutal explosión de odio y violencia, será el nacionalismo el primer paso hacia enfrentamientos peores, augurio de tiempos oscuros que llaman al fascismo (cuando el fascismo es, en verdad, nacionalismo). No podía esperarse otra cosa de una ideología que se ha seguido alimentando aún en el siglo XXI con falsedades, como aquello de que la ciudadanía catalana no tenía los mismos derechos que la española o la europea. Más lamentable es el posicionamiento de los partidos a izquierda y derecha en nuestro país, como si la intolerancia y el odio nacionalista (sea cual sea, insisto) tuviera medias tintas: la derecha animada a echar leña a la hoguera del odio y la izquierda ignorante de lo terrible que es cualquier nacionalismo (sin excepción, insisto). Además, se sigue alimentando desde ambas posturas cierta repulsa hacia la Transición, desde el cinismo de Vox, con su total rechazo a las Autonomías, entre otras cosas, hasta el menosprecio de Podemos que infravalora la democracia a la que dio lugar tras una dictadura.

Es triste que la política actual se vaya limitando a situarse unos contra otros, con el ánimo de trasladar este enfrentamiento a la sociedad, pues así sucede con el nacionalismo: recuérdese cualquier declaración de Torra, Abascal u otro nacionalista.

Lo que más me cuesta comprender es la ceguera hacia uno o varios líderes. No concibo que Barcelona haya ardido por una sentencia judicial hacia unos políticos (que, vea como quiera verse, se habían saltado las leyes, cosa por la que habitualmente hay que rendir cuentas). ¿Tanto fervor merecen hoy, en el siglo XXI, los políticos? ¿Enfrentarse, pelearse, insultarse con alguien por ellos? E, incluso, peor: ¿Gente que apenas puede llegar a fin de mes se enfrenta a la policía por políticos con grandes sueldos? Así, estamos condenados a repetir el siglo XX, salvo que se repudie el nacionalismo (todos, repito).

De la presentación de La ciencia de estar contigo en Cabra el 14 de noviembre

Manuel Guerrero Cabrera ha presentado La ciencia de estar contigo (X Premio María Luisa García Sierra) en el IES Aguilar y Eslava de Cabra el 14 de noviembre. En el acto intervinieron Pepi Moreno, presidenta de Borrando Diferencias, asociación a la que se destinó la venta de la obra en esta localidad, y Beatriz González, además de contar con lecturas realizadas por jóvenes y la música de Alejandro Pozo.