Reseña de Tu oscuro nombre de Alfredo Piquer Garzón en Back Space

http://poesianoticias.blogspot.com.es/2016/07/tu-oscuro-nombre-de-alfredo-piquer_27.html
Colec poesía libre
Tu oscuro nombre (Cuadernos del Laberinto, 2016) de Alfredo Piquer Garzón muestra su propósito desde el mismo título, un sintagma nominal compuesto por el determinativo posesivo «tu», el adjetivo «oscuro» y el sustantivo «nombre». Con el «tu», el autor consigue establecer una invitación a la persona lectora, no como contraste del «yo», sino como un compromiso de letras ante la temática principal del libro: el tiempo y la memoria.
Un instante tan solo beso sobre tus labios,
tan cerca de lo eterno.
Ambos temas se quedan unidos en un «nosotros» de forma admirable en los versos de Piquer Garzón:
Y ahora que quisiéramos reabrir
el cuaderno donde hoja tras hoja
fuimos abocetando los años transcurridos,
ya no recuerda el lápiz sus contornos.
«Oscuro» es el adjetivo elemental del poemario que cobra un sentido claro al atribuirlo al tiempo, a la memoria, a la muerte. Basta con acercarse a cualquier texto del libro para dejarse arrastrar a los matices de sugerencias de la oscuridad.
Hasta encontrar perdido algún objeto
escritas en el tiempo de lo eterno,
indemnes a lo oscuro de la muerte,
inmunes al olvido.
Pero, además, Piquer Garzón emplea la adjetivación magistralmente. Es el adjetivo preciso, adecuado, sin opción a otro, que revaloriza literariamente su verso. Esta característica es un sello de identidad del estilo del autor y contribuye a avivar las sugerencias antes mencionadas.
Aquí está bajo esta triste bóveda
su nombre ya corpóreo en la tumba,
el vago eco de la antigua leyenda
convertido en palabra de carne,
solo polvo en el tiempo despiadado
del olvido, que sin embargo fue, mujer,
Roxana asesinada que fue amada y amó
y está presente. En este inmenso túmulo
regresa, a través de sus arcos derrumbados,
lo oscuro de su nombre.
En el nombre del título aparece «nombre», valga la redundancia. «Nombre» en su sentido amplio: el de la familia, el amor, el arte, la ficción… El «nombre» en el pasado que únicamente pervive en la memoria o que cae en la oscuridad del olvido.
Quisimos escribir todos los nombres
que yacían ocultos invadidos de herrumbre
en el Hades del tiempo.
O dicho de otra manera:
¿Qué piedra nos cubrió, qué helada sombra
detuvo tu mirada, te cercenó los besos,
adormeció los pájaros marinos de tus sueños,
oscureció insidiosa nuestros nombres?
Alfredo Piquer Garzón es Profesor Titular de Universidad de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, también es Licenciado en Filosofía y Letras, en la especialidad de Historia Antigua, Graduado en Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, en la especialidad de Litografía, y Doctor en Bellas Artes, en la especialidad de Grabado. Coordina el Grupo de Poesía del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Organiza y dirige numerosos recitales en el Círculo de Bellas Artes y en la red de Bibliotecas de la Comunidad. También coordina el Ciclo de poesía y música ODISEA en Libertad 8, en Madrid. En 2002 fue Premio de Poesía del Círculo y en 2010 finalista del Ciudad de Mérida. Como poeta, ha publicado los poemarios Paleografías (2009), Mar sobre este altar (2012) y Memoria de Naufragios (2012), además de este reciente Tu oscuro nombre.
Bien le vale al autor este poemario para que no caiga en la oscuridad, pues es una obra afinada, precisa y sugerente. En efecto, junto a la oscuridad, desde siempre ha estado la luz, que también se halla presente en el libro y, tomándola, podemos decir de la poesía de Piquer Garzón:
Pero ella era la luz, la pureza del alba,
[…] Y transitó mi vida
con paso silencioso y sembró en mi tristeza
un instante de asombro cuando nuestras miradas
se alinearon precisas con el centro del mundo.

Reseña de …Y más allá de mi vida de Jaime Alejandre en Sexto Continente de RNE

Aparece en Sexto continente de Radio Nacional de España mi reseña sobre la obra …Y más allá de mi vida de Jaime Alejandre.
http://www.sextocontinente.info/2016/07/y-mas-alla-de-mi-vida-de-jaime-alejandre.html

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En las primeras páginas de …Y más allá de mi vida (Cuadernos del Laberinto, 2016), Guinnevere A. Nash, que firma el prólogo, nos avisa de que, pese a estar en el mundo en el que estamos, este es un libro de amor. Probablemente el amor sea una de las pocas cosas de la vida por la que no hay que alertarse, sino entregarse totalmente a él, para que digamos con Neruda, que también se cita en los compases iniciales del prólogo, que «nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos», porque el amor es para quienes están enamorados. Además, si es un libro que celebra el amor desde el primer poema, con mayor motivo:
Hoy bendigo
                        tus enfermedades.
Y las mías.
La vida, la vida entera
es una gozosa enfermedad.
 Jaime Alejandre (Las Huelgas, Burgos, 1963) ha escrito más de una veintena de obras en distintos géneros, entre las que destacamos Fugu y El cumpleaños en novela; El alfabeto matemático, Bulevares y cRuentos en relato; Patera-Tierra y Casa con jardín en teatro;Espectador de mí, Los héroes fatales, Derrota de regreso y la antología Los versos del capitán Jaime Alejandre en poesía; también tiene una obra infantil y ha sido traducido al árabe y al alemán y editado en braille; pero su relación con los libros no acaba aquí: es socio de ediciones Evohé y codirige la colección de libros de viaje «El Periscopio» y la de literatura heterodoxa «Intravagantes», y dirigió la colección de poesía «Hazversidades» de Cuadernos del Laberinto.
Como decíamos, estamos ante un libro que celebra el amor, para el que muestra su importancia, el alcance de su existencia, que rompe las reglas del tiempo de un mundo que ya no pertenece a los enamorados:
Pero como al tiempo lo detuvo
mi lengua en tu boca, mis ojos
en tu espalda, mi vientre contra el tuyo,
entonces el mundo, unánime y herido,
miró hacia otro lado y se hizo el loco.
Y si en la ausencia el tiempo sigue adelante, lo mejor es olvidarlo: «y lo entierro junto al prescindible / almanaque de los días /  que yo no estoy contigo». También el amor transgrede las normas del espacio hacia la ubicuidad: «eres mi abismo, mi horizonte, / mi hondón, mi superficie», porque todos los caminos conducen al amor «por la senda que eres tú».
En efecto, discurrir el tiempo y estar en todos los lugares consigue que Jaime Alejandre, el poeta enamorado, obedezca al único credo del Te amo, dos palabras que consiguen guardar todo el mundo, todo el universo, como si de un Aleph borgeano se tratara.
Decir te amo. […]
Pero es ya mi única verdad
de la pareja yang y ying,
y de la trinidad perfecta; verdad
por sus cuatro costados, las tres
dimensiones, los cinco sentidos y los cinco
preceptos coránicos, los siete mares y los once
mandamientos, los cuatro puntos
cardinales y los siete pecados capitales.
Te amo. Esta afirmación implica al tú (te) y al yo (amo). …Y más allá de mi vida tiene este doble sujeto como hilo conductor del amor que se expresa, que puede concluir en un nosotros («Serme y serte. Sernos»), aunque en la mayoría de las ocasiones prefiere establecer la identificación entre ambos, entre tú y yo. Son numerosos los ejemplos que Alejandre nos muestra, partiendo desde los títulos de las dos secciones del poemario: «Quererme a ti» y «Quererte a mí».
Ser yo es ser tú, dejar atrás mis vacíos.
(«Si mi lentitud no es la tuya…»)
 
Yo me vivo
de amor por ti, me vivo
de vivirme y que mi cuerpo
sea vuelo con el tuyo.
(«»Me muero de amor», dicen»)
 
Sabes a ti, y a mí tú sabes,
que es uno el cuerpo, una la vida,
alcanzada al fin la plenitud
de ti, de mí, que prevalece.
(«Sabes a tabaco y a café»)
Un buen número de poemas se construyen sobre una serie de imágenes determinadas, unidas por cuestiones semánticas habitualmente, lo que implica cierto juego poético que llena de metáforas este libro: sustantivos y verbos relacionados mediante expresión de la posesión en «Si mi lentitud no es la tuya, me detengo», la ciencia en «Que el tiempo se pare y eche a andar», el cine en «Un amor de película». lo bélico en «Prisionero de paz, tú me desarmas» o la situación social y económica en «Mi tristeza está en el paro»:
Así mi única opción es hoy lanzarme
a tu boca que ya sé
que dice siempre más
de aquello que pronuncia
y desequilibra los mercados
de las gentes que ignoran
que invertí en tu amor
mis últimas opciones de futuro.
Mientras tanto, nosotros nos lanzamos a los versos de …Y más allá de mi vida, en los que Jaime Alejandre se entrega de lleno al amor y nos seduce con sus imágenes cercanas y todo un despliegue de identificación de los enamorados, perfectamente resumido en los dos versos finales del libro:
No estoy en ti. Soy ti.
No soy tuyo. Soy tú.
Jaime Alejandre: …Y más allá de mi vida. Cuadernos del Laberinto, 2016. 88 pp.

Reseña de Jesús Cárdenas sobre Las salinas del aliento en La galla ciencia

En la revista de poesía La galla ciencia aparece una nueva reseña de Las salinas del aliento que firma mi querido Jesús Cárdenas:
http://www.lagallaciencia.com/2016/07/el-palpitar-de-la-vida-de-manuel.html
EL PALPITAR DE LA VIDA, DE MANUEL GUERRERO CABRERA
Jesús Cárdenas
¿Qué cabe en Las salinas del aliento? Cabe el palpitar de la vida, nada menos. Después de tres conjuntos de poemas (El desnudo y la tormenta, Loco afán y El fuego que no se extingue), Manuel Guerrero Cabrera (Lucena, 1980) ha construido, en esta ocasión, un mundo poético, dedicado a Malena. Pero Malena no es sólo un nombre de tango, es un tango de vida, lo que permanece en la tormenta, el resultado de aquel «loco afán» y de ese «fuego inextinguible», el ser del que jamás se separará, su hija.
El título de este libro, bien editado por Cuadernos del Laberinto, es, realmente, el resultado de una dicotomía. De una parte, nos traslada al campo de los recuerdos infantiles; y por otra parte, la incertidumbre y el sufrimiento; el primer aliento, la sal que atrae a la memoria, y que, conduce, al sujeto poético nostálgicamente a transitar por las marismas de sus años infantiles. Los sentimientos encontrados en ese tira y afloja puede deducirse ya en los sintagmas antitéticos de los títulos de las secciones: «Pena de bandoneón», «Desangelado el cielo» y «La sal del recuerdo».
La vida se va haciendo lentamente, pero la caprichosa incertidumbre, que, en estado latente estaba oculta, surge y termina quemando en el interior. De súbito, las incógnitas van minando al ser que se enfrenta por vez primera a la paternidad: «Ecografía. / Corazón delator. / La nueva vida». Las dudas ante el porvenir «Muy poco a poco /me va matando /preocuparme/ por un futuro» o «que me alivian la esperanza de que expiren mis días» -dirá más adelante-.
La angustia se va haciendo cada vez mayor (se ha vuelto una montaña de sal) cuando se pregunta por las crecidas horas de sueño. Al sujeto poético le duele «la herida de la vida», «porque sí», muestra de que sus poemas están hecho al calor de la intensidad. Se imagina lo peor «Dicen que mi hija no podrá bailar tango (…) Es el aliento del mal de la esperanza». Pero, a pesar de las dudas, el sujeto poético piensa que, con la fe, saldrá adelante.
Esa lucha se traduce en la lengua poética a través de un código literario y lingüístico acerca de la existencia, lo que manifiesta un cambio radical en la interpretación de su vida, que el poeta lucentino plasma en el papel. Entonces, los versos palpitan como luces ardiendo. Entre los recursos mejor empleados, destaca la metonimia. La muestra de vida que el poeta desea la encuentra en los ojos («Cuando tus ojos, /pupilas vírgenes, /sin saber que miraban, me miraron…» -dirá- u ojos comparables con el «refresco de la vida»). Son los ojos de Malena, pero, de igual modo, pretende escudriñar en «las pupilas de Dios», como busca el desesperado de tanta incertidumbre, arañar breve luz por escasa que fuese.
El poeta es «Homo Viator», por lo que no teme ningún lugar (Niágara, Halong, Tokio…); el pavor se hace de nuevo patente, el miedo a que las cosas no vayan bien, el «pánico» del «papá de Malena». La esperanza vuelve como gato arisco.
Pero el amor a su mujer, la pasión por la literatura y la música irán descomponiendo ese paisaje oscuro, ese «Tú no estás» que provoca que el sujeto no se sienta con fuerzas ni ánimo para trabajar, cuyo guiño irónico, los «poetas del día a día», es muestra del escaso reconocimiento que la sociedad tiene de la poesía. La metapoesía es otro de los motivos recurrentes del lucentino. Incide en la reflexión sobre el oficio del poeta y el verso trata de la propia construcción del poema, evidente en «Esta no es mi voz». El poeta, reacciona como Blas de Otero, busca los ojos de Dios y lo exculpa de la responsabilidad humana. El pasar del tiempo, muy presente, haciendo daño: «La fuerza del árbol de mi senectud /se quiebra ente aflicciones y desánimo…». El eco del tango y su tono melancólico («esa pena de bandoneón») está muy presente, por ejemplo, en la mención a «Elena Tortolero», nombre artístico de Malena Toledo, inspiración del letrista Homero Manzi, admirado por el poeta. Asimismo se cita a dos cantantes (Barry White, ese que apareció alguna vez en los Simpsons, artista de soul) y Armando Manzanero (bolerista mexicano). Ahí, el sujeto poético se torna blando como las hojas en otoño.
Fue Ángel González quien dijo en un verso «Dios existe en la música». Los versos de Manuel Guerrero componen gracias a la disposición del acento rítmico la armonía, la belleza musical. Se nota que aprendió de los mejores. Algunos de ellos están presentes en las citas literarias: el alejandrino de Rubén Darío, la expresión sencilla, y a veces cómica, del prologuista del libro, Luis Alberto de Cuenca o de Antonio Sánchez, la originalidad de Dolors Alberola, la lucha entra la realidad y el deseo cernudiano, alguna metáfora de la pasión de San Juan o de Shuntaro Tanikawa (el mismo que le trae a Sevilla), la moldura japonesa del senryu y su poder condensador, y un largo etcétera, del que algunos de los presentes formamos parte. La lectura así, sirve de «retroalimentación», los buenos versos siempre se nutren de más versos.
Las salinas del aliento es un libro escrito en apariencia sencilla y de tono realista, como ya lo hiciera, entre otros, Ángel González, poniendo en tela de juicio las comunes maneras de ver la realidad. Estas perspectivas poco comunes de ver la realidad las emplea de forma irónica para comunicar o reflexionar sobre un tema (la sociedad, la poesía, nuestro mundo) y halla mecanismos superadores de dichas realidades mediante el distanciamiento irónico de la realidad que todos vivimos, donde son cauces frecuentes la desolación y la desesperanza. Como dice Juan Carlos Mestre, «la oscuridad habita los suburbios de la belleza».
En suma, la poesía de Manuel Guerrero Cabrera hace de Las salinas del aliento, uno de esos libros que hay que leer, porque nos conmueve y agita y sacude en cada verso. ¿Acaso lo más hermoso no es reconocer la paternidad? Como afirma el poeta y crítico valenciano, José Antonio López-Amor en su reseña se trata de un «libro luminoso, sincero y agradecido».