Para despertar

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El pasado sábado 28 de mayo se presentó el último libro del lucentino Manuel Guerrero Cabrera, Para despertar,ante el amplio público –en su mayoría, joven– que se congregó en el patio del Palacio de los Condes de Santa Ana. Abrió el acto Manuel Lara Cantizani, concejal de Cultura, que refirió todas las actividades que se han venido realizando en ese mismo edificio; continuó el catedrático de lengua y literatura Antonio Cruz Casado, quien realizó una aproximación al relato y al cuento antes de centrarse en la obra de Guerrero, cuya obra denominó interesante y variada. El autor se centró en el proceso de creación de la obra y reveló cómo fueron creados algunos de los personajes y de las narraciones que forman parte de Para despertar.
El acto estuvo amenizado por la magnífica interpretación a la guitarra de José M. Sarmiento, que acompañó las lecturas, y por el grupo Mothman’s eyes, que interpretó musicalmente una adaptación de un poema de Manuel Guerrero.

http://www.youtube.com/watch?v=_m2uQHzm4eo

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Entrevista en Cabra digital sobre Para despertar

http://www.cabradigital.com/?act=articulo&c=02&e=03&id=20110528112056
Manuel Guerrero Cabrera (Lucena, 1980), profesor del I.E.S. Aguilar y Eslava, director ejecutivo de la Asociación Cultural Naufragio (que desarrolla principalmente sus actividades en Lucena y en Cabra) y de la redacción de la revista Saigón, Premio Pimiento de Plata 2011 por su labor de difusión literaria entre la juventud concedido por la Delegación de Juventud del Excmo. Ayto. de Lucena, autor del poemario El desnudo y la tormenta (2009) y del libro de ensayos Tango. Bailando con la literatura (2009), presenta su nuevo libro titulado  Para despertar. CabraDigital ha conversado con él sobre esta nueva obra y su trayectoria literaria.

CabraDigital: Pese a tu juventud, presentas ya tu cuarto libro. ¿Cómo surgen tus inquietudes literarias?
Manuel Guerrero: Considero que ha sido la lectura el principal motivo de mis creaciones literarias desde la infancia, pues siempre me ha apasionado leer y mis padres me facilitaban libros. Es más, en mi trabajo de profesor, intento transmitir esta pasión al alumnado. A la lectura añado la necesidad de plasmar creativamente sentimientos, ideas y palabras. Luego, durante el instituto, me incliné a conocer mejor nuestra Literatura, gracias al profesor don Antonio Cruz Casado. Posteriormente, conocí a los amigos de Saigón (por entonces, era José Manuel Valle quien estaba coordinando la revista en Cabra) y me uní al proyecto hasta hoy.

CD: Has citado a don Antonio Cruz, ¿no es precisamente él quien te acompaña en la presentación?
MG: En efecto, ya que siempre me ha dado mucho ánimo en mi afán literario y filológico. Fue en la revista Angélica, que él dirige, donde se publicó mi primer artículo de investigación y una serie de poemas de corte popular. Sus consejos (de los primeros que recibía de forma objetiva) me guiaron en el ejercicio de la escritura.

CD:¿Qué escritores te han marcado más?
MG: Me voy a centrar en la poesía. Miguel Hernández es uno de los poetas que la marca mayormente, por su sentido de la vida, la muerte y el amor, pero también Luis Alberto de Cuenca, por su humor, su visión de lo cotidiano y su revisión cultural, y Javier Lostalé. Quisiera añadir que de Rubén Darío, me gustaría tomar la musicalidad de su verso y sus palabras.

CD:Como responsable de la Asociación Cultural Naufragio y persona muy vinculada al mundo de la cultura en Cabra y Lucena, ¿qué piensas que se debe hacer para mejorar la vida cultural de estas dos ciudades?
MG: Desde la experiencia en la Asociación Naufragio, considero beneficioso y útil mantener el proyecto «Abraza2» de intercambio cultural entre las dos poblaciones, manteniendo actividades de ida y vuelta (en una y otra localidad) y mejorando la variedad; una ayuda elemental desde las delegaciones de Cultura es la de la difusión a los medios de las actividades programadas y, añadiría, ser persistentes (hubo actividades tanto en Lucena como en Cabra en las no se presentó ningún medio -pocas- y la propia asociación tuvo que enviar avisos y notas); y ayuda para facilitar un encuentro entre asociaciones, a fin de que nos conozcamos mejor y podamos unirnos en los fines o en los gustos comunes. De Lucena destaco la facilidad para darte lugar y acogida a casi cualquier actividad del programa «Botellódromo de las palabras», que espero que continúe.
CD: Has publicado poesía y ensayo, ¿cómo es que Para despertar es un libro de relatos?
MG: El responsable del sello Moreno Mejías de Sevilla, Fernando Gómez, después de la buena experiencia con Tango. Bailando con la literatura, me propuso participar en la colección de narrativa. En verdad, su propuesta me resultó difícil, porque tenía pocos relatos y cuentos escritos que me convencieran y una novela sin terminar; por lo que tuve que dedicarme todo el verano pasado a corregir, revisar y acabar los textos para que me convencieran de su calidad literaria.
CD:¿Qué temáticas abarcan esos nueve relatos?
MG: Los relatos están agrupados en dos secciones. La primera es de tema variado: amor, terror, lenguaje… Por ejemplo, «La pesadilla» y «El milagro», que tratan de amor, fueron en su origen dos poemas que quise convertir en narraciones, para dotarlos de mayor fuerza; también he incluido algunos como «Clase de lengua», motivado por mi experiencia docente. El segundo grupo de relatos tiene un tema común: el tango; entre estos, destaco «Celda número 4» recreo dos momentos del viaje que realizó a nuestro país el letrista Enrique Santos Discépolo (autor de conocidos tangos como «Cambalache»), en el que he tratado de ser preciso con los detalles de la vida de los protagonistas.
CD: ¿Y la novela corta?
MG: Ingenio y figura es su nombre. El argumento es sencillo: una pulsera de diamantes ha sido robada y el encargado de encontrar al culpable, que se llama Salido, recurrirá a la ayuda de un viejo lector, don Francisco para resolver el caso. De nuevo, volvemos a hablar de la importancia de la lectura, ya que este, don Francisco, tiene total confianza en su método literario. Es más, he querido que las novelas de detectives o policiales estén muy presentes y la resolución de este robo irá parejo a la lectura de El perro de los Baskerville de Conan Doyle por parte de Salido.
CD:¿Dónde te encuentras más cómodo en el relato corto, en la novela o en la poesía?
MG: Hasta ahora, en la poesía, donde creo que he logrado una voz madura.
CD:¿Qué proyectos tienes en mente?
MG: Si todo marcha bien, tras el verano se publicará en Ediciones en Huida mi segundo poemario, cuyo título es Loco afán, con poemas sobre la vida, el amor, la muerte y la propia lectura-escritura. Más adelante, si es posible, me gustaría publicar otro volumen de trabajos de investigación o de ensayos.
CD:¿Promociona la asociación Naufragio a los nuevos creadores?
MG: Creo que cualquier asociación debe hacer valer a sus miembros. Hay muchas personas -de todas las edades- movidas por inquietudes literarias que quieren compartir sus escritos o sus lecturas con otras y, de ahí, animarse a publicar. Por eso, Naufragio ha visto que varios de las personas que pertenecen a ella han publicado su primera obra: Beatriz Ruiz, Julián Valle, José M. Valle, yo mismo… Y, antes, lo hicimos en Saigón.
CD: Desde CabraDigital te felicitamos por esta nueva obra literaria.
MG: Muchas gracias a vosotros por darme cabida en vuestro espacio y por prestarle atención a mi modesto y loco afán por la literatura.

Un cadáver más, un asesino menos en Surdecordoba.com

Que haya un cadáver más, ¿qué importa al mundo?

Así concluye uno de los mejores poemas escritos en las letras españolas del siglo XIX: el «Canto a Teresa» (incluido en El diablo Mundo) que José de Espronceda firmó a la muerte de su amante, con la que vivió casi todo. Es, en resumen, una de las mejores composiciones elegíacas españolas. Sin embargo, estos versos no tienen sentido si pensamos en Bin Laden, cuya muerte se tomó en un principio con sorpresa y jovialidad, aunque luego se haya dado más eco en los medios a lo opuesto, tras oír las palabras de algunos de nuestros políticos y varios cantamañanas acerca de los dudosos métodos seguidos para conseguir hallar su paradero. Yo no soy de los que afirman que el fin justifica los medios, pero creo como con casi todo que hay excepciones y la de librarnos de un asesino o instructor ideológico de asesinos sí que la es.

Probablemente quienes lucharon en la II Guerra Mundial hubieran preferido el final que tiene Hitler en la película Malditos bastardos de Quentin Tarantino o la que tiene el trasunto de Karadzic, «El Zorro», en La sombra del cazador de Richard Shepard con Richard Gere como protagonista. De nuevo llegamos al mismo punto de antes: personajes violentos mueren violentamente, ¿justifica esto el uso de la violencia? Bin Laden, como responsable de más de tres mil quinientas muertes, sabía que EE. UU., nación causante –como todas, basta con revisar los clásicos– también de otras, iba a por él y lo ha quitado de en medio de forma bastante llamativa. Hecho el daño y tratándose de quien era, no me quejaré, pues en esto creo que hemos de olvidarnos de todo ese buen rollo de que todos somos iguales: muchos no somos capaces de instigar asesinatos, ni de realizarlos, ni con una bomba y al grito de «mueran los infieles y yo el primero».

Seguramente toda la atención que se ha tenido para capturarle no se va a emplear en proteger a los inocentes de las guerras, ni en procurar ayuda contra las mafias, ni en poner trabas al narcotráfico, pero esa es otra historia. La de ahora es que…

 

Un asesino menos importa a todo el mundo.

Primera colaboración en La Opinión de Cabra

¿Cada individuo es igual a otro en una asociación?

(c) Manuel Guerrero Cabrera

Un par de semanas antes de la Santa, un amigo publicó en un medio de comunicación digital un artículo de opinión acerca de la conveniencia de separar Iglesia-Estado, añadiendo de paso una breve descripción poco exultante de los santeros lucentinos, de los hombres que portan el trono. Estas opiniones afectaron a varios lectores y a avispados oportunistas (creo que hubo un número considerable de personas que no leyó el artículo o que solo se entretuvo en mirar los comentarios vertidos al respecto) que montaron en cólera hacia él y, sin esperarlo, hacia la asociación a la que pertenecemos ambos. Eludo nombres para no hacer publicidad gratuita e injusta.

Continúo. Mientras que enfocar la ira hacia este compañero me parece comprensible, siempre que utilicen las palabras («Tristes armas, si no son los palabras», decía el poeta); los ataques de desprecio al grupo de la asociación me parecieron fuera de lugar, injustificados y, a todas luces, equivocados. Lo de querer meter en el mismo saco del artículo a varios de mis compañeros y a mí mismo en su opinión me pareció un sinsentido mayúsculo, cuando por ningún lado aparecía el nombre ni la firma de la asociación y mucho menos el mío o el de otros. Como más tarde publicó, él mismo es el responsable de sus palabras, y no el colectivo, donde compartimos mesa, mantel y debate monárquicos y republicanos, jóvenes y mayores, comunistas y capitalistas, religiosos y ateos, santeros, costaleros y lo que no son ni una ni otra cosa.

Esta libertad de pensamiento, esta variedad del carácter de sus integrantes es lo que a mí me hace estar orgulloso de esa convivencia, porque de igual modo la asociación colabora en la presentación de un libro de un comunista, como organiza un recital de poesía católica (ambas cosas las hemos hecho), sin otro fin que la difusión, la reflexión y el conocimiento, nunca el recelo, la confrontación y la ofensa. No tiene sentido verlo todo blanco o negro, cuando se dispone de una infinitud de tonos grises, muchos de los cuales son compatibles y respetuosos entre sí; pero parece difícil comprender que todos los abonados a un nombre no opinamos o no creemos lo mismo. Porque es el propósito del colectivo agruparse bajo la bandera de la cultura, aunque en este caso sea la misma para religiosos, antirreligiosos y los que no son ni una ni otra cosa; que cada persona proponga su actividad desde el respeto, la sensatez y la coherencia(por ejemplo, me parece un claro insulto y una profunda desfachatez de necios las «advocaciones» de la proclamada procesión atea, que a buen juicio no fueron permitidas en Madrid); porque San Juan de la Cruz, uno de los mejores poetas de la Literatura universal, es sinónimo de cultura y se estudia en los centros educativos como también sucede con Nietzsche, quien proclamó aquello de que «Dios ha muerto» y es uno de los grandes pensadores de todos los tiempos.

De todos modos, dentro de su papel localista una asociación atiende las tradiciones, entre ellas, al pertenecer en parte a Lucena, la santería, que es además una parte de las tantas que tiene la cultura religiosa de dicha ciudad; aunque cada asociado sea libre de valorarla y de involucrarse según su convicción. Pues es obligación de cada uno asistir, por citar dos ejemplos contrapuestos, al recital religioso, sea católico o no, o al dedicado a Miguel Hernández, sea comunista o no; ambas actividades ayudan a la cultura literaria, independientemente dela valoración, de su resultado o de la apreciación que cada uno desee darle, que se traduce en asistencia. Las asociaciones no deben tener una ideología o una confesión siempre: no son católicos todos los que leen a San Juan de la Cruz, del mismo modo que no son comunistas todos los que leen a Hernández.

Y dejo estos ejemplos extremos, porque, repito, hay variados tonos grises con los que cada individuoestá de acuerdo y en los que, sin perder su peculiaridad, forma parte junto a otros de un colectivo; y, además, no es como el fútbol, en el que siempre hay un rival al que abatir.

Tiempos modernos para Santiago en Lucenahoy.com

Cuando vi Dogma, la película de Kevin Smith, realizada en los pasados años 90, me quedé de piedra cuando contemplé cómo uno de los personajes, un cardenal de un lugar de Nueva Jersey, había renovado la imagen de Jesucristo, pasando del «deprimente» (así lo llamaba) crucificado, lleno de llagas y sangre, a uno sonriente, acogedor y actual, al que llamaban en el colmo de lo irrespetuoso «Jesucristo colega». Su fin en el filme era acercarse a los fieles, cambiando la imagen tradicional por otra moderna, juvenil, adaptada a los tiempos actuales. Por esto, cuando contemplé el nuevo Santiago en su Parroquia, se me vino cada fotograma de la delirante película de Smith y me asustó el hecho de que se había vuelto realidad lo ficticio. Ahora el apóstol Santiago aparece sin la espada con la que nunca hirió ni mató a nadie, sin la bandera de su Orden que lleva su mismo nombre y sin el sarraceno caído, que representa a uno de los enemigos de la Cristiandad, dejando únicamente su blanco caballo como rasgo de su actitud guerrera. En pocas palabras, en lugar de mantener la antigua imagen del Santiago Matamoros y de haber realizado una nueva del gusto moderno, como contrapunto de reflexión y educación de la evolución cristiana, se ha optado por modificar la tradicional, cambiando al mismo tiempo una representación de una de las leyendas que conforman nuestro país, que es España nos guste o no, donde convivieron cristianos, judíos y musulmanes, matizando que en la definición de «convivir» no se indica si bien o mal (aunque personalmente creo que pasaría lo último). A esto debe sumarse la alteración de una imagen artística anterior al siglo XX (quizá del XVIII o del XIX), que no sé cómo ha podido ser mudada fácilmente en un provechoso Santiago ecuestre, teniendo en cuenta que todos los años sale a la calle y que por esto mismo debería tener devotos, que se habrán debido de quedar perplejos ante el cambio radical. Es evidente que, si en la ficción de Dogma se prescinde de los elementos determinantes de Cristo para la salvación de los hombres, en la realidad de Santiago se repudian los factores de los que según la leyenda hizo gala el apóstol para ayudar a los cristianos en su lucha contra sus antagonistas. En definitiva, de la imagen se eliminan rasgos típicos de Santiago para hacerlo moderno, acorde con los tiempos actuales; imitando para tristeza mía una ficción sin sentido del cine. Es más, en este momento yo no sabría si elegir entre lo absurdo del cine o lo de la realidad; sin embargo, como se encuentran unidos, será por algo. Volvamos la vista varios años atrás, cuando el séptimo Arte tuvo un momento crítico en el que dejó a verdaderos mitos en el camino sin contemplación: cuando el sonido, la voz y el ruido llegaron, muchos de los actores y actrices sufrieron un duro revés en su carrera. Muy pocos se adaptaron y muchos desaparecieron. Entre los primeros, logró salvar su vida Chaplin, quien en la película Tiempos modernos luchó contra viento y marea para que Charlot, su personaje más conocido, perviviera. Una de las mejores escenas se encuentra hacia el final, cuando el protagonista, que no había hablado nada durante el largometraje (sonoro y mudo al mismo tiempo), tiene que interpretar una canción. Para grata sorpresa nuestra, Chaplin hará que por primera vez oigamos la voz de Charlot que cantará una letra incomprensible, ininteligible. Es decir, lo único que nos ofrece Chaplin por boca de su personaje es un sinsentido: puesto a actualizar como sonoro a un personaje mudo es la mejor opción, por lo que espero que haber modernizado a Santiago no haya sido una inoportuna charlotada.