Recomendaciones veraniegas en Surdecordoba.com

Desde Surdecordoba.com se nos ha pedido a los colaboradores unas recomendaciones veraniegas. Las mías son las siguientes:
LIBRO: MAUS de A. Spiegelmann y VAMOS A SER FELICES de Luis Alberto de Cuenca.
Verano es un buen momento para tomar contacto con otros géneros literarios, distintos a la novela; por lo que recomiendo una novela gráfica, un cómic, Maus de Art Spiegelmann, que trata sobre la persecución y el holocausto de los judíos durante el nazismo. Además del estilo visual y de la temática, el estilo narrativo es muy llamativo e incluye reflexiones y dudas del propio Spiegelmann acerca de cómo plasmar esta dura parte de la Historia; y, también, la poesía de Luis Alberto de Cuenca es una de las mejores compañeras veraniegas posibles, en especial sus poemas con toques humorísticos y llenos de vitalidad y ánimo; yo recomiendo un par como desayuno diario, para comenzar el día: La sirenita, BébetelaEl desayuno,Soneto del amor de oscuro, etc. En Lucena se publicó una buena antología: Vamos a ser felices y otros poemas de humor y deshumor (4estaciones, 2003).
 

MÚSICA: CARLOS GARDEL
Carlos Gardel es uno de los pocos artistas fallecidos que hoy se sigue escuchando y que, curiosamente, cada día canta mejor. Su repertorio es muy amplio, aunque fijando tres momentos artísticos, selecciono unos pocos títulos importantes:
Antes de 1925: Mi noche triste, Milonguita.
1925-1930: Mano a mano, Yira yira, Muñeca brava, Madreselva, Malevaje.
1931-1935: El día que me quieras, Volver, Por una cabeza, Cuesta abajo, Tomo y obligo.

LUGAR: REALES ALCÁZARES de Sevilla
Yo me atrevo a recomendar una visita a Sevilla, pese a las altas temperaturas. Concretamente, los Reales Alcázares por la noche –sobre todo, un paseo por sus jardines– tienen un encanto inusitado y que nos ofrece otro aspecto de este histórico edificio.

Turistas, turistas. Artículo en Cabra digital

No me cabe duda de que el turismo aporta beneficio económico al lugar de residencia. Y, si lo unimos a la religión o tradición, hay más provecho del imaginado; pues el peregrino y el visitante acuden a los templos, adquieren recordatorios, cuadros o reliquias, y también asisten a los bares y lugares donde concurrir. Basta con ir a cualquier pueblo de Italia para entender cómo se conjuga perfectamente el turismo religioso con el histórico, artístico, etc.
El único problema es la calidad o la personalidad de los turistas. Mark Twain decía que había descubierto que no hay forma más segura de saber si amas u odias a alguien que hacer un viaje con él, y eso me pasa a mí cuando soy turista. Precisamente, a mis ojos de occidental, son los japoneses de los más irrespetuosos; pues les da igual estar delante de una heladería o de la Piedad de Miguel Ángel en el Vaticano; los he visto en ambos escenarios –por denominarlos de alguna manera– haciendo el símbolo de la victoria o sacando la lengua hasta que el flash les devora. Sin duda, Miguel de Cervantes no pensó en ellos cuando escribió aquello de que«andar tierras y comunicarse con diversa gente hace a los hombres discretos». Eso sí, son bastantes generosos para las compras, pero a qué precio; y digo esto, porque, en el afán de impulsar el turismo de nuestra región, quisiera dejar la reflexión de que, si lo viviéramos en lo nuestro cercano, hasta qué punto nos parecería adecuado que los prodigados orientales se retrataran haciendo algún mal gesto delante de nuestra Virgen de la Sierra.
Cambiando de tercio, en el caso de mis compatriotas españoles, intento evitarlos en el extranjero, en especial a quienes desprecian o minusvaloran lo que tienen delante: son aquellas personas que en el autobús anuncian en voz alta con tono de listillo –como si el que hiciera lo contrario fuera un pringado– que nada más se bajen se meten en el bar y no salen de allí hasta la hora de irse; son aquellos tipos que uno no entiende por qué viajan y por qué uno tiene la mala suerte de compartir con ellos alguna excursión. Por ejemplo, y recurro a la experiencia nuevamente, nunca olvidaré al que, delante del reloj de Praga al sonar el mediodía, comentó: «¿Y tanto relojito pa’ esto?», seguido por un «Y que lo digas», de uno de sus colegas. Viajar para ver, ver para creer.

El último milagro de la Virgen de Araceli en Lucenahoy.com

Extrañará al lector que hable la Virgen de Araceli en verano, pero una serie de imprevistos ha hecho que este artículo esté tan distanciado del anterior que dediqué a El genio de Aras de Miguel Álvarez de Sotomayor y Abarca, obra de temática aracelitana, en la que se recogen varios milagros de nuestra patrona. De esto es precisamente de lo que pretendo hablar, pues una amiga me preguntó que cuál había sido Su milagro más reciente, y, francamente, no supe darle una respuesta.
Se conocen varios milagros y testimonios recopilados a finales del siglo XVIII, así como numerosas rogativas de lluvia, destacando la que podemos leer en la web de la Archicofradía del mes de mayo de 1869. En lo que respecta al siglo XX, sin tener en cuenta el amplio número de intercesiones otorgadas, desde que era niño he oído como milagro aquella historia de la niña del Raspa que se perdió en la sierra y que, tras buscarla toda la noche sin fortuna, fue hallada sana al día siguiente, como si la Virgen le hubiera prestado su manto de protección como manta esa noche. El libro Pensamientos y vivencias de un gañán de Juan Miguel Caballero recrea esta historia y el autor no duda en exclamar «¡Aquí la Virgen puso su manto!» en alusión a que a la niña no le pasó nada.
Por último, yo estuve presente el día en que sucedió lo siguiente a una persona cercana, que quiere mantenerse anónima, en la cocina de su casa. Estábamos preparando un plato y ella cogió una pequeña botella de champán para abrirla y elaborar una salsa; recuerdo que hablaba conmigo sobre qué preparar de postre, cuando el tapón salió violenta y repentinamente disparado hacia sus ojos. Esta persona lleva gafas y, en el momento del impacto, la montura no se movió, pero uno de los cristales, el que recibió el golpe, se partió en varios fragmentos y voló en varias direcciones. Preocupado, me acerqué y observé que no le había ocurrido nada en el rostro ni en los ojos… Me dijo que se encontraba bien, aunque sentía en su interior la temerosa impresión de lo sucedido. Tras calmarse, me confesó que no tenía duda de que se lo debía a la Virgen de Araceli, pues había sido su primer pensamiento tras el taponazo, además de que llevaba una estampa suya en el bolsillo; de ahí que, gracias a Ella y Su mediación, no le había ocurrido nada.
No sé cuál es el último milagro de Nuestra Madre, pero estoy seguro de que la vida de varios lucentinos o de creyentes tiene algún capítulo de este tipo.

Cinema Paradiso. Poema en La ballesta de papel

Mi poema Cinema Paradiso vuelve a aparecer publicado. En esta ocasión, en las páginas del número 10 de La ballesta de papel, la trabajada y acertada revista de la Asociación de amigos de la Biblioteca Pública de Priego de Córdoba, con una portada de Araceli Aguilar y Francisco Escalera.

cinema1