Recuperando la entrevista a Eduardo García para Saigón 13

En el número 13 de Saigón tuve la suerte de entrevistar a Eduardo García, que ha fallecido esta semana. Espero que esta entrevista sirva para conocer mejor la obra y personalidad de este gran poeta.

ENTREVISTA A EDUARDO GARCÍA

por Manuel Guerrero Cabrera

Publicada en el nº 13 de Saigón (2010).

Eduardo García

Eduardo García nace en São Paulo en 1965. Es profesor de Filosofía en Córdoba, donde reside desde 1991. Es autor de los libros Las cartas marcadas (1995), No se trata de un juego (1998; 2ª ed. 2004), ganador del Premio Hispanoamericano de Poesía «Juan Ramón Jiménez» y del Premio «Ojo Crítico» de Radio Nacional; Horizonte o frontera (Hiperión, 2003), Premio Internacional de Poesía «Antonio Machado en Baeza»; Refutación de la elegía (Generación del 27, 2006) y La vida nueva (Visor, 2008), VI Premio de Poesía «Fray Luis de León» y Premio Nacional de la Crítica 2008. Su obra ha sido recogida en numerosas antologías de poesía última española y ha escrito ensayos sobre la poesía en libros de su autoría: Escribir un poema (Fuentetaja, 2000; 2ª ed. ampliada y corregida, 2003) y Una poética del límite (Pre-Textos, 2005).

1.- Luis Alberto de Cuenca, Juan Antonio Bernier, Javier Lostalé, Joan Margarit, ahora usted y, en el próximo número, Jesús Aguado forman la nómina de entrevistados por nuestra revista. ¿Cree que es un buen listado de poetas? ¿Considera usted que Saigón ha olvidado algún nombre importante de la poesía actual?

            Me parece una espléndida selección de poetas. A todos ellos me une la admiración como lector y la complicidad de la amistad. Siento debilidad desde muy joven por todos los que entre ellos me superan en edad. Casualmente todos y cada uno de ellos fue generoso conmigo en mis inicios y a cada uno debo cuando menos alguna orientación en el momento justo o una palabra de aliento cuando más lo necesitaba. Al más joven prácticamente le vi nacer como poeta. Con él siento la misma sensación de afinidad, pero desde la otra orilla de la edad. Al escuchar sus nombres me siento en familia.

            La poesía española goza de muy buena salud y habría sido imposible agotar todos los poetas de primera de este país en una nómina de tan sólo 5 ó 6 autores. Por fortuna, a Saigón le quedan muchos números por delante para ir perfilando un panorama tan extraordinariamente rico en personalidades creativas.

2.- Lara Cantizani comunicó la noticia de su Premio Nacional de la Crítica en la presentación de nuestro número 11 en Lucena. El público y nosotros nos alegramos mucho, ¿y usted cómo se sintió? ¿Esperaba recibirlo?

            Nadie en su sano juicio confía en obtener un premio de tal envergadura. Soñaba, eso sí, con que algún día podría, quizá, reconocerse mi obra a esa escala. Pero los sueños sueños son… hasta que se convierten en realidad. Y entonces no sabe uno muy bien qué hacer con ellos. La verdad es que supe días antes por Internet que La vida nueva se encontraba entre los libros finalistas, pero al ver entre éstos los últimos poemarios de maestros de la talla de Ángel González o Tomás Segovia preferí no hacerme muchas ilusiones y consideré un honor en sí mismo haber llegado a la final. Al fin y al cabo, lo normal en un premio es no ganarlo. Por cada libro premiado hay cientos o miles de textos que no alcanzan el éxito. Y de entre ellos siempre hay cuando menos media docena de libros notables. Si encima, como es el caso, se concede a un solo título de entre los cerca de tres mil libros de poesía que se publican en nuestro país a lo largo de un año… Soy de los que prefieren no hacerse castillos en el aire para no llevarme una desilusión y quedarme luego como un trapo.

            Además, en los últimos años se han concedido esta clase de premios (en particular el Nacional y el de la Crítica) tan sólo a autores de más edad, a modo de reconocimiento no tanto al libro mismo como a la entera trayectoria del autor. Por eso mi primera reacción fue de perplejidad. No esperaba que ningún contemporáneo mío lo ganase. Y mucho menos que me tocase ser el primer poeta de mi promoción en alcanzar un reconocimiento de tal envergadura. Ojalá la concesión de este premio a mi obra marque de algún modo el pistoletazo de salida para toda una generación de creadores con mucho que aportar.

3.- La vida nueva marca desde el título una fuerte relación con lo vital. Tras este Premio de la Crítica, ¿hay un antes y un después en su poesía?

            A eso me refería cuando te decía que al cumplirse los sueños nos dejan al borde del abismo. Uno corre tras ellos, poseído del deseo de alcanzarlos, y al conseguirlos nos quedamos como huérfanos, sin saber muy bien hacia dónde dirigirnos. Eso sentí los primeros días: “Muy bien, maravilloso… ¿pero ahora qué nuevo sueño me invento?” En seguida comprendí que el verdadero premio consistía en no necesitar más premios para reclamar la atención de crítica y lectores. Me acababan de regalar el don más preciado: libertad para escribir al dictado de mi propio deseo. Por no hablar de la confianza en mí mismo para fiarme tan sólo de mi propia intuición por muy lejos que pueda llevarme. Mi nuevo sueño es la escritura misma, la pasión del descubrimiento, sin el paralizante afán de ser reconocido como autor.

            La vida nueva representa un giro en mi poesía. En sus poemas me interno más y más en una vía personalísima, alejándome un poco más de corrientes y tendencias al uso. Pensaba mientras lo escribía que el precio de tan singular indagación sería la incomprensión de la crítica, pero estaba dispuesto a pagarlo, pues los poemas mismos me decían que nunca había llegado tan lejos. Cuando empecé a escribir pensaba que el libro más difícil sería el primero. Encontrada la voz todo se desplegaría con facilidad. Ahora sé que la evolución de un poeta se produce en sentido diametralmente opuesto. Cada nuevo libro es más difícil de perfilar, más solitaria la aventura. Sospecho que cuanto más crezco como escritor más solo me encuentro ante el papel en blanco, menos maestros a los que acudir. Voy desnudándome de referentes claros, de fórmulas poéticas, para encontrarme nuevos hallazgos. Pero no es tan fácil reconocer los aciertos cuando no hay claros precedentes en la tradición próxima. La inseguridad, las dudas, son el azote del poeta que trata de dar curso a una voz en tránsito. Por eso es una labor cada vez más agotadora, por que cada vez me interno más a fondo en la maleza, sin guías ni fáciles senderos ni señales de orientación. Escribo ahora al filo del abismo y cada poema requiere un estado de conciencia de una más honda introspección. Contra todo pronóstico la crítica parece haber premiado este afán mío de explorar a fondo mis propios caminos. Me han regalado, como te decía, libertad.

4.- Yo encontré el libro en Lucena. Fui a comprarlo una semana después, pero para mi sorpresa ya se habían agotado todos los ejemplares. Por lo tanto, ¿cómo han acogido los lectores La vida nueva?

            Uno nunca sabe muy bien cuántos lectores va seduciendo en el camino. Ya quisiera yo ser músico para tocar en directo y contemplar a mi público, disfrutar cara a cara sus emociones… Cada vez hay menos indicios que nos permitan medir el efecto de un libro de poesía en los lectores. De hecho la mayoría de los suplementos dominicales están abandonando a la poesía. Y nadie sabe aún qué peso público alcanzarán los “blogs” de crítica literaria en los próximos años, aunque todo parece indicar que son un fenómeno emergente y en alza.

            Apenas puedo saber de mis lectores las sensaciones que recibo de ellos en mis lecturas. Ese es el único lugar de encuentro que me es dado disfrutar. (¡Quién pudiera contemplarlos enfrascados en solitaria lectura! Pero no es posible. Tendré que contentarme con soñarlo.) La verdad es que en los últimos meses se están produciendo en mis lecturas de poemas situaciones de verdadero voltaje poético. Se genera con frecuencia el renovado milagro de la comunicación, el misterio de la palabra. No me enorgullezco de ello, pues la palabra y no yo, el Eduardo García de todos los días, es quien provoca esos estados de comunión. ¿Más que antes? Quizá. También me he dejado la piel en este libro más que nunca. He dejado atrás en buena medida tanto el distanciamiento de herencia realista como los recursos intelectuales de libros anteriores. Supongo que los lectores están reaccionando a la verdad de estos versos míos “de madurez”.

            En los últimos años la poesía española se obsesionó tanto con la verosimilitud del poema que acabó por olvidar otro valor más profundo: su verdad. Goethe ya lo decía: “Poesía y verdad”. Mi voz se ha abierto a registros más oníricos, más próximos a la vanguardia, pero en realidad hablo de mí mismo de manera más descarnada, a flor de piel. De hecho, si escribo vastos versículos o despliego multitud de imágenes en el poema es tan sólo por que lo que la voz poética quiere decir tan sólo puede manifestarse en esos registros. La poesía es el cauce que ha creado nuestra especie para intentar decir aquello que el lenguaje común no logra decir. Llevar el lenguaje más allá de su uso común es su naturaleza misma, su razón de ser. Sólo así podemos cercar el enigma que somos, capturar una brizna de auténtica emoción, dar curso a una intuición que no sabríamos decir con las palabras de todos los días. Existe la poesía porque no nos basta para dar a entender todo cuanto somos con el lenguaje de la prensa o del relato tradicional, la impoluta cadena lógica de ideas o la narración lineal, sin fisuras. Supongo que el lector intuye en mis versos esa actitud de honestidad, esa entrega en carne y hueso a la palabra. Ella, y no yo, abre cauce al misterio. Y lo hace a su propio indómito antojo, cuando y como quiere. Quizá también se sientan contagidos por el entusiasmo, la libertad sin límites con la que intento acercarme al papel en blanco. Agradezco a la poesía esos fugaces momentos en los que unos versos logran hacerme sentir hermanado con un puñado de desconocidos. Tenemos tan escasas ocasiones de sentir el entusiasmo de la palabra…

5.- Cuando usted escribe un poema (o un poeta escribe), ¿qué busca en el lector: la interpretación de lo que usted quiso decir o que le dé otras interpretaciones que usted desconocía?

            He dejado hace tiempo de pensar en un lector ideal mientras escribo. Esa actitud es muy útil para el aprendiz de poeta, pues le hace consciente de los recursos de su oficio. Pero llega un día en que uno interioriza toda la técnica, los ritmos… y empieza a navegar sin brújula. Lo importante es escuchar esa frágil voz que late al fondo de uno mismo, amenazada por el temor a lo desconocido, la tentación del perfeccionismo, el solapado afán de agradar a crítica y lectores… Cualquier desviación puede dar al traste con la genuina revelación para hacernos desembocar en el remanso sin vida de lo apenas convencionalmente poético. Es preciso pulso firme para escapar a la normalización, virus de nuestro tiempo en todas las esferas de la cultura.

            Por otra parte, a un poema correcto le basta con que el lector reconozca el mensaje que el poeta se proponía comunicar. Pero un poema brillante, un pura sangre de esos que uno ha crecido admirando, esos que sueña escribir, trasciende la voluntad del autor, dice siempre más que aquello de lo que el poeta era consciente en el momento de la escritura. Mi mayor alegría es descubrir nuevas vertientes de sentido en mis poemas que no me imaginaba al escribirlos. A veces me los sugieren los lectores, pero en otras ocasiones soy yo mismo quien al cabo de los meses o los años me quedo de pronto de piedra ante una repentina revelación que arroja luz sobre lo que se agitaba en claroscuro dentro de mí en el momento de la escritura. Allí mismo, entre líneas, latente ante mis ojos. Y sin embargo he necesitado el poso del tiempo, aprender a mirar con ojos nuevos, para sentir el latigazo del descubrimiento.

6.- Miguel García-Posada dijo que usted era uno de los más importantes poetas de los últimos veinte años en España. ¿Qué opinión tiene de la poesía de dicha época?

            Hay un considerable número de poetas singulares en mi generación. Quizá hayamos pasado más desapercibidos por que fuimos los primeros en evitar la maldición de la poesía española contemporánea y su dinámica de las generaciones. Por primera vez una promoción de poetas rompió el círculo vicioso de enfrentarse en grupo a la generación precedente. Parece que no hemos necesitado “matar al padre” para afirmar nuestro propio discurso. Además, las condiciones sociológicas han cambiado.  Si pongamos por caso un joven poeta de los 50 necesitaba enfrentarse a los poetas de la generación anterior era en buena medida por que se publicaban poquísimos títulos de poesía en nuestro país. O se abría paso a codazos o sus versos languidecían en el cajón. Hoy el mercado del libro se ha diversificado de tal modo que pueden coexistir sin conflicto varias generaciones. Escasean los lectores del género, como siempre,  y la atención mediática brilla por su ausencia, pero la obra desemboca en el papel con relativa facilidad.

            También es cierto que renunciamos de algún modo a disfrutar la oportunidad que tuvieron las sucesivas promociones poéticas de alcanzar en plena juventud un veloz ascenso al Parnaso. Sólo ahora, recién entrados en la cuarentena, empezamos a ser reconocidos. Pero creo que valió la pena haber sido los primeros en romper con las absurdas guerras entre facciones. Ganamos a cambio, y mucho, en libertad creativa, diversidad de apuestas, lo cual sólo ha podido enriquecernos a todos. Al renunciar a formar una escuela o tendencia dominante cada cual ha tenido mucha más libertad para desarrollar, sin miedo a la censura del grupo, la especificidad de su propia voz. Sólo el tiempo lo dirá, pero es probable que entre todos estemos construyendo una de las generaciones más ricas en apuestas personales de cuantas han jalonado la poesía española contemporánea. Somos una proliferación de voces, no una escuela o un par de tendencias en conflicto. Las preceptivas han saltado por los aires, lo cual no puede sino complacer al duende de la poesía, que tiene ante sí cada vez más vastos territorios a explorar.

7.- ¿Y cómo ve la poesía cordobesa de hoy?

            Con tanta salud como poetas y libros de valía sigue dando a luz. Nadie sabe qué pasó en Córdoba para que sin apoyo oficial, ni editoriales locales, ni infraestructura de ninguna clase surgiera casi de la nada una promoción de poetas que alcanzaron reconocimiento a nivel nacional. (Cosmopoética vino mucho después y ni ha servido ni nunca se propuso proyectar ningún nombre local fuera de la provincia.) A día de hoy siguen apareciendo nuevas voces, aunque todavía sea pronto para valorar cuánto puedan crecer. Los últimos libros de poetas como Pablo García Casado, José Luis Rey, Elena Medel, José Daniel García o Antonio Luis Ginés demuestran que la poesía cordobesa continúa viva, proliferante de apuestas personales. Por no hablar de los “senior” como Pablo García Baena o Juana Castro, que han dado a luz en los últimos años algunos de sus mejores libros. Y podría citar otros muchos nombres.

8.- ¿Cree que los poetas cordobeses se leen unos a otros?

            Sí y no. Cada cual lee lo que más le place, sea o no obra de un autor local. A partir de mi generación el cosmopolitismo ha caracterizado a la mayoría de los autores de la ciudad. No formamos entre todos ninguna tendencia. Simplemente las afinidades de cada cual le conducen a indagar en la obra de los poetas que le interesan. Si además conoces personalmente al autor quizá brote la llama de la amistad. Pero no hay a día de hoy localismo que valga entre nosotros, lo cual es muy de agradecer. Me da la risa cuando veo que en algunos “blogs” nos suponen una mafia imbatible. La verdad es que cada cual va a su aire. Ni siquiera puede decirse que todos seamos amigos de todos. Además, en los últimos años la mayoría de los que eran o todavía son jóvenes poetas cordobeses viven fuera de la ciudad: Madrid, Cabra, Sevilla, Montevideo, México,  Alburquerque… Ha habido una auténtica diáspora. Lo que sí es verdad es que, a diferencia de otras ciudades, apenas nos hemos agotado en ridículas luchas intestinas.

9.- ¿Qué está escribiendo ahora? ¿Qué publicará próximamente?

            Quizá sea pronto para hablar de lo que está apenas naciendo. Como suele sucederme entre libro y libro escribo los poemas que me nacen, sin someterlos a un cauce, una dirección precisa. Con el tiempo irán por sí mismas perfilándose vetas y modulaciones. Por ahora creo que el ciclo que se inició en La vida nueva continúa en marcha, pero ya empiezan a asaltarme por sorpresa poemas que parecen abrirse a nuevos territorios. Experimento la poesía como una aventura, una exploración sin meta prefijada. Si se vive la escritura como un acto de libertad es natural que cada poema pida su particular ritmo, su actitud anímica, su modulación. Procuro siempre estar muy atento a la naturaleza de la voz que habla en mí, serle fiel hasta el final. Algunos piensan que escribir así es fácil, algo así como dejarse llevar por la escritura automática. Y sin embargo es justo al revés. Me ha costado décadas alcanzar ese grado de espontaneidad en el que el ritmo brota de la respiración misma de la voz. Escribir sin fórmulas cerradas es un continuo ejercicio de acrobacia técnica, pero desde una intuición elevada a la máxima intensidad. Lo fácil es escribir un soneto a toda prisa, una forma métrica cerrada donde las reglas están claras y sabemos de antemano que el ritmo funcionará. Pero soltar la mano de verdad, renunciar a las fórmulas, generando con palabras algo que no existe, donde la quiebra de la norma no puede ser caprichosa o arbitraria, sino que ha de generar una nueva respiración, una mirada… requiere un estado intuitivo excepcional. La poesía es así una experiencia misteriosa que se niega en redondo a obedecer a un simple ejercicio de voluntad.  Pero cuando brota espontáneo un verdadero poema… ese día me siento feliz como el niño que sopla las velas de su tarta de cumpleaños. Doy entonces por buenos los intentos fallidos, las fases de sequía, los meses de persecución en vano. Ha valido la pena intentar lo imposible: escribir un poema.

            Tengo, además, varios libros en transcurso, con los andamios puestos: aforismos, una traducción, una hipotética recopilación de ensayos… Los voy escribiendo según siento la necesidad de acercarme a ellos, regándolos de vez en cuando, como las plantas, para que vayan creciendo a su amor. Al fin y al cabo son organismos vivos que se nutren de mi sangre y mis huesos, mi vacío y mi deseo. Nunca sé, por fortuna, qué me aguarda al otro lado de la página.

Magicpoelandia de Maricruz Garrido. Reseña en Lucenahoy.com

http://www.lucenahoy.com/blog/manuel-guerrero/magicpoelandia-maricruz-garrido/20160411225518026790.html
MAGICPOELANDIA DE MARICRUZ GARRIDO
(c) Manuel Guerrero Cabrera
En agradecimiento por la dedicatoria del libro a mi hija.
Cada vez que leo algo de literatura infantil no puedo evitar acordarme de lo que decía Ramón Gómez de la Serna: «Cuando anuncian por el altavoz que se ha perdido un niño, siempre pienso que ese niño soy yo». Este es el punto de vista que adopto para que todos los libros infantiles tengan el reto de encontrar al niño perdido que hay en mí. Magicpoelandia. Poemas didácticos para niños (Diputación de Córdoba, 2015) cumple con este cometido desde dos líneas que el mismo título nos anuncia: magia y poesía.
La magia está presente en los animales fantásticos, como la sirena Serena o el dragón Tifón, en el cielo con la luna y Araceli, altar del cielo, o los juguetes que tan extraordinaria hacen la vida, ya sea en el pasado, como una muñeca de cartón o las Pin y Pon:
Pin y Pon, Pin y Pon
eran mis muñecos,
toda mi ilusión.
[…]
moviendo sus brazos,
su cuello, sus piernas,
todo lo movían
menos la expresión.
(«Pin y Pon»)
Ya sea en el presente: el osito Teddy, el reloj loco o un peluche sonajero, pues…
Que lo agarre con la mano,
que lo coja con los dedos,
que lo tenga guardadito
y suene cuando deseo.
(«Peluche sonajero»)
Es importante el número de composiciones que Maricruz Garrido guarda para los poemas sobre animales, un divertido animalario realizado en el laboratorio de la poesía, con simpáticos personajes, como la rana Frog, el burrito Lope, la perra Angie o, sin nombre concreto, el calamar o la golondrina. En estas composiciones la poeta despliega con fuerza el lirismo mediante el ritmo y la rima recreativa:
La golondrina
hace siempre su nido
en una esquina
[…] Ya no se asusta,
si ve que yo la miro
a ella le gusta.
(«La golondrina»)
Pero, sin duda, la más valiosa aportación del poemario aparece en aquellos poemas que conjugan ambas cosas, magia y poesía, y que nos recuerda a la que escribía Gloria Fuertes, con el afán de construir un mundo ideal para la infancia. Así, textos como «El profesor de Historia», «Por la Paz» o «Halo de tristeza» son ejemplos mucho más claros de la profundidad y madurez a las que nos tiene acostumbrados la poeta prieguense:
Hoy el profesor de Historia
me ha enseñado una lección.
Dice que todos los niños,
chinitos, negros, blanquitos
tienen el mismo color
y tienen la misma sangre
del rojo, rojo pasión.
Hoy el profesor de Historia
me ha enseñado una lección,
si todos nos respetamos,
el mundo será mucho mejor.
(«El profesor de Historia»)
Y, en efecto, aparte de los recursos habituales en este tipo de poesía, como las repeticiones y los paralelismos, el peso de estos versos recae en la presencia del «yo», muy presente en Magicpoelandia, que consigue que haya identificación entre quien lee y lo que lee.
Yo tenía una muñeca,
muñequita de cartón.
(«Muñequita de cartón»)
El osito Teddy
es mi preferido
y a todos los lados
lo llevo conmigo.
(«El osito Teddy»)
Pero, por consiguiente, el «yo» implica al «tú», un «tú» del que se apropia la lectura, la poesía y, en definitiva, quien lee; en mi caso, el niño que hay en mí. ¿Cómo no voy a encontrarlo?
Corre que te muerde
la serpiente verde.
(«La serpiente verde»)
Angie tiene tres pies,
mas anda tan deprisa
que no lo ves.
(«La perrita Angie»)
Así que no dejemos perdida por más tiempo a la niñez que hay en cada poema y, para divertirnos y reflexionar sobre ella, aprovechemos los versos de Maricruz Garrido de Magicpoelandia.
Vayan estas últimas líneas para subrayar que las ilustraciones pertenecen a Almudena Cuenca Padilla, que ha realizado un trabajo excelente al acompañar de manera colorida y atractiva cada poema con sus dibujos.

 

Fotos de la presentación de Las salinas del aliento en Sevilla

El pasado jueves 7 de abril de 2016 a las 19:30 horas en la Biblioteca Infanta Elena de Sevilla, dentro del Escaparate andaluz del Centro Andaluz de las Letras, presenté Las salinas del aliento. El acto comenzó con la bienvenida de la bibliotecaria Ana Isabel Fernández Moreno, que dio paso a Jesús Cárdenas, verdadera alma mater de este acto, quien me presentó con delicadeza y acierto, recuperando épocas pasadas y centrándose en los versos del volumen que presentábamos. Después fue mi turno, en el que expuse el guion habitual desde Ecografía a En la sal del recuerdo, para el que me ayudaron Agustín Pérez y Francisco Moya. La música estuvo a cargo de Sensi Budia y Manuel Delgado, que interpretaron excepcionales versiones de los temas que acompañan siempre a este libro: Fly me to the moon y Malena.

Reseña sobre Las salinas del aliento por José Antonio Olmedo López-Amor

LAS SALINAS DEL ALIENTO: LA ALBRICIA POÉTICA DE MANUEL GUERRERO CABRERA
José Antonio Olmedo López-Amor
http://caocultura.com/las-salinas-del-aliento-la-albricia-poetica-de-manuel-guerrero/
Manuel Guerrero Cabrera es profesor de Lengua y Literatura, articulista y poeta; además, realiza desde la Asociación Cultural Naufragio una labor de difusión cultural y literaria en el sur de Córdoba, recibiendo, por esto último, el Premio Pimiento de Plata que le concedió la Delegación de Juventud del Ayuntamiento de Lucena en 2011.
Ha publicado los poemarios El desnudo y la tormenta (Moreno Mejías, 2009), Loco afán (Ediciones en Huida, 2011) y El fuego que no se extingue (Manantial, Ayuntamiento de Priego de Córdoba, 2013); los libros de ensayo Estudios críticos de Literatura del Siglo de Oro (Juan de Mairena y De Libros, 2008), Tango. Bailando con la literatura (Moreno Mejías, 2009); y el libro de relatos Para despertar (Moreno Mejías, 2011).
Existen poetas de una exquisita hondura elegíaca, arqueólogos del dolor que encuentran belleza en las entrañas de la tristeza, de la preocupación, y la ofrecen al mundo como un hallazgo milagroso lleno de sabiduría y reflexión. Las salinas del aliento es justamente lo contrario, la razón genésica de este poemario es la celebración de la vida, un canto de agradecimiento; es una esencia a la que el poeta regresa una y otra vez tras consumar algunos poemas —en apariencia diferentes—; esa esencia es el amor. El amor del poeta es un presente limpio, sin sombras, grietas ni reversos; la llegada al mundo de Malena, su hija, lo corona como padre y este libro es un hecho necesario, un hecho en el que quizá el hombre se expresa más que el artista.
Un senryu (formato poético japonés de tres versos) inaugura la obra de manera solemne; la sorpresa y alegría por la vida anunciada eclosiona en el dibujo nítido de una orquídea de palabras: Ecografía. / Corazón delator. / La nueva vida.
El devocionario inconfesado de Guerrero Cabrera se estructura en tres partes nucleares: “Pena de bandoneón”, “Desangelado el cielo” y “La sal del recuerdo”. Aunque en apariencia los títulos de los bloques presagian melancolía —algo también reflejado en el título del libro—, el poeta equilibra con términos antitéticos sus sentimientos encontrados; el mismo recibimiento y goce del amor anuncia el futuro momento de su despedida. Y no sólo eso, el melifluo aroma de la plenitud esconde el germen de la preocupación; el desvelo por cuidar, merecer y no fallar a la vida más valiosa del mundo; la vida de un hijo.
Si en los dos primeros ejes del libro, el autor da rienda suelta a su emoción ante el inminente alumbramiento, en el tercer pasaje, su verso es una ofrenda que idolatra a esa hermosura capaz de hacernos cambiar el rumbo de la vida.
Como palabras liminares al poemario encontramos el comentario de Luis Alberto de Cuenca, poeta novísimo que con gran acierto expone en su breve antesala cómo el poeta, ante quizá la noticia más importante de su vida, pone en marcha la mecánica del recuerdo, y, de ese modo, a golpe de evocación, va recorriendo sus primeras lecturas, los tebeos que iluminaron su infancia y su adolescencia, y nos transmite la emoción que deriva de ese viaje fantástico al corazón de lo perdido para siempre.
En el poemario predomina la blancura como tesitura sonora de los versos así como una infraestructura imparisílaba; versos alejandrinos, heptasílabos, endecasílabos, en su mayoría combinados formando el axis homeopolar característico de la poesía de la experiencia; pero también podemos encontrar verso libre o rima consonante, como en estos cuartetos: “Donde el aire se queda / y la dudosa luz del día nunca alcanza, / donde mi sangre enreda / la tuya con la vida tejida de esperanza. / Llevaré los poemas / que te dedicaré desde el alma hasta ti, / porque todos los temas / sobreviven por ti y duelen porque sí”.
La salinidad de ese aliento es la memoria, obligada por la madurez a reproducir el pasado para inventariarlo y pasar página; pierde su batalla contra la dulzura del torbellino que Malena produce en su padre: “Últimamente pienso / en qué color tendrá / tu mirada de azúcar, / y lo que diluirá / tu pequeña pupila con el mundo. […] No me importa el color con el que me mirarás, / porque sé que cabrán en él un par / de todas las naciones de la tierra”.
Versos entrañables y felices, según Luis Alberto de Cuenca; humanidad en el alborozo icástico del verbo.
Ya en “Desangelado el cielo”, segundo envite de la jugada, el poeta advierte la nostalgia, no con desánimo, sino como un sendero ya transitado que nos cerciora habitar en otra etapa: “A muchos les costó crecer de golpe / y entender lo que atrás hubo quedado… / El corazón también se nos rompió, / como a Julian Ross, cuando / dejamos de ser niños en un patio”. Guerrero Cabrera referencia a una serie de dibujos animados que él veía cuando niño constatando que la fragilidad solo era un tránsito al fortalecimiento.
Cada poema escrito por el autor es un peldaño hacia la consagración a su hija; cada experiencia, cada recuerdo, cada herida, es vivida por el poeta de forma apasionada y desnuda, su pretensión no es más que exclamar: “Señoras y señores, soy feliz”. Feliz y un hombre nuevo por la vida nueva, feliz pese a cualquier cosa, feliz pese a quien pese. Los versos consiguen contagiar al lector de esta euforia, de esta satisfacción. Creo todo un acierto clausurar esta aventura con dos poemas escritos en prosa poética: “El papá de Malena” y “En la sal del recuerdo”; el primero revela la nueva identidad del autor; el segundo, cuanto será la última morada de este amor pleno.
El poemario concluye con un epílogo original, lo conforman dos poemas más, pero de autores ajenos; “Tango”, de Antonio J. Sánchez, y “Eclipse”, de Sensi Budia. Ambas aportaciones, a modo de tributo, elogian y ensalzan la figura de Malena —nombre como pocos para maridar con un tango—; a la vez que la vinculan a ese género musical; el primero, por la fuerza; el segundo, por la música; la pieza escogida por Sensi Budia bien podría tratarse de la letra de un tango; bello colofón para un libro agradecido, sincero y luminoso.
Tengo por costumbre, en los libros publicados por la editorial Cuadernos del Laberinto en su colección Anaquel de Poesía, leer el índice de primeros versos que incluyen al final del trayecto; leerlo como si se tratase de un poema; no siempre funciona, pero Guerrero Cabrera nos brinda versos como estos: “El dolor es un arma, / el infinito bucle de tu pelo / el mismo cielo”. La grandeza de la poesía hace surgir la belleza incluso en lugares insospechados, cual música involuntaria del azar. Y algo que pocas veces ocurre, leyendo de la misma forma el índice general, que precede al anterior, encontramos momentos como estos: “Esta no es mi voz, / el papá de Malena / en la sal del recuerdo, […] llovía tanto el día / el eco de tu nombre, / el mundo es casi una canción, […] en océanos a la redonda / las pupilas de Dios, / la condena del tuit”.
Manuel Guerrero ha sido incluido en las antologías Versos para derribar muros (Los libros de Umsaloa, 2008), Andalucía en el verso. Biznaga de poesía andaluza (De papel, 2012) y Náufragos en Saigón (Asociación Cultural Naufragio, 2013), así como en las virtuales Las afinidades electivas (desde 2007) y Poetas del siglo XXI(desde 2011), entre otras.
También ha participado en varias revistas literarias (“Angélica. Revista de Literatura”, “Ágora. Revista de Literatura”, “Saigón”, “El coloquio de los perros”, “Espacio habitado”, “Aldaba”, etc.) y en volúmenes colectivos de ensayo (destacan las aportaciones incluidas en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes) y colabora con artículos de opinión y de pensamiento, en varios medios del sur de Córdoba. Posee un espacio semanal sobre literatura en Radio Lucena bajo el título “Siempre hay tiempo” y es director y presentador del programa mensual de literatura “La voz a ti debida” en Radio Atalaya de Cabra.