Centenario Trilce. En Saigón 34

CENTENARIO TRILCE

100 años de la publicación de Trilce

Manuel Guerrero Cabrera

En 1922 se publicó uno de los poemarios trascendentales de nuestro idioma, Trilce, del peruano César Vallejo (1892 — 1938), que lo escribió entre 1918 y 1922, en un momento trágico de su vida, pues en la obra se perciben la muerte de su madre, un fracaso amoroso y, en especial, los más de tres meses que pasó en prisión tras ser acusado de agitar y participar en unos disturbios. Y es que los poemas de Trilce afrontan la realidad deteniéndose en la crítica a «sus formas y delimitaciones», en palabras de Delgado Del Águila; todos los textos carecen de título y su contenido ofrece un sinfín de lecturas, porque nos encontramos ante un vanguardismo original (radical diría yo) relacionada con la aciaga condición humana; además de que tiene la intención de que el lenguaje diga todo como algo nuevo.

Ya el primer poema supuso, en 1922, encontrarnos con una propuesta poética diferente a lo conocido hasta entonces y en lo relativo a su temática, la crítica comentó primeramente que se refería al acto de defecar, como indicaron André Coyné y Juan Espejo, también se interpretó que se trataba de cómo se enfrentaba el autor a la crítica, según Neale-Silva, e, incluso, «un cambio social desde la conservación y la valoración de la naturaleza […] incapaz de profundizar en lo emotivo si opta por lo repulsivo», de acuerdo con Mariano Iberico:

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250. En Lucenahoy

https://www.lucenahoy.com/blog/manuel-guerrero/250/20221110002215109084.html

250

(c) Manuel Guerrero Cabrera

¿Qué debieron de sentir aquellos artistas que el día de San José de hace 250 años dieron los últimos detalles a tan ingente obra? ¿Quizá admiraron el conjunto y tuvieron la esperanza de que Lucena supiera apreciar tal maravilla? ¿O, tal vez, simplemente se miraron y se dijeron: «¡terminado!»? Habían ocupado el tiempo de treinta y dos años para levantar uno de los mayores monumentos barrocos de Andalucía, un conjunto arquitéctónico cuyo autor no pudo ver concluido, pues Leonardo Antonio de Castro, quien lo diseñó,  había fallecido en 1745, veintisiete años antes…

Aunque se terminase el 19 de marzo de aquel 1772, no sería hasta  el 2 mayo de ese año, cuando se bendijo el nuevo sagrario de la iglesia de San Mateo, lo que resultó un día ceremonioso en el que participó una buena representación de clero, diputados y el corregidor, con la presencia de cofradías. Las fiestas y actos con motivo de la bendición del sagrario se extendieron hasta el 13 de mayo. Sigue leyendo