Contra el tiempo improductivo en Cabra digital

Después de más de una treintena de años, aunque sienta, como en el tango, que ha sido un soplo este trayecto de vida, me pregunto cómo he llegado hasta hoy con un horario tan improductivo y unas costumbres ociosas y negociosas irracionales, en palabras de algunos miembros de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles y su Normalización. Quizá sea porque soy de la opinión de San Juan Bosco: «Una hora ganada al amanecer es un tesoro por la tarde», o, porque el ser humano, además de inconsolable, como dijo Saramago, crédulo, según don Manuel Alcántara, y de memoria frágil, que deducen los comentaristas de fútbol, es animal de costumbres. Nos acostumbramos a que todo pasa y a que todo queda.
La citada Comisión, presidida por el empresario Ignacio Buqueras, que ya lleva algunos años incidiendo en este asunto, y a quien en esta ocasión se le ha dado mayor presencia en los medios al aprobarse un informe en el Congreso, pretende acabar con lo que él denomina acertadamente «presentismo», algo tan típicamente español: estar por estar y, a ser posible, que parezca que estamos más tiempo en el trabajo. Pero, en verdad, no por esto se rinde más y se considera que el principal motivo de este contraste es que estamos en un huso horario diferente al que nos corresponde.
Muy de acuerdo con estas consideraciones y de que serán beneficiosas para el trabajador y para la empresa, mi pensamiento no puede evitar caer en la duda de que no se abuse, pues, acostumbrados a nuestros extensos horarios actuales y ganada una hora al día, ¿cómo se hará un ajuste efectivo? Y es que la Comisión habla de consecuencias, la mayoría favorables (puntualidad, más horas de sueño, eficiencia, jornadas más cortas que las actuales, horarios flexibles, conciliación laboral y familiar, etc.), pero nada de cómo llevarlo a cabo en la práctica, pues cambiar de huso horario es algo insólito como medida laboral. Y cambiar de costumbres al español no es tarea precisamente fácil.
A la larga serán los venideros los beneficiados de este cambio. Mientras tanto, parafraseando a Shakespeare, yo prefiero no malgastar el tiempo, aunque soy consciente de que después el tiempo me malgastará a mí.

La canción popular en el Cancionero y romancero de ausencias de Miguel Hernández

LA CANCIÓN POPULAR EN EL CANCIONERO Y ROMANCERO DE AUSENCIAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ
(c)Manuel Guerrero Cabrera
Publicado en Aldaba (2010), 11, pp. 39-40.
El Cancionero y romancero de ausencias se compone de varios textos muy diversos, no sólo en su temática (que podemos resumir en vida, amor y muerte, todo rodeado del recuerdo y la ausencia de su hijo perdido, de su mujer, de la libertad), sino también en forma (canciones asonantes, consonantes, paralelísticas; romances breves y extensos; romancillos, en versos pentasílabos, hexasílabos, endecasílabos; seguidillas, cuartetas, serventesios…) y en el empleo de recursos estilísticos (paralelismo, repeticiones, antítesis…). Posiblemente lo inició motivado por la muerte de su primer hijo, en 1938. En el año siguiente entregó algunas composiciones a su mujer y comenzó a escribir en la cárcel algunos de estos poemas y otros nuevos en un cuadernito que también entregó a su mujer. Hasta 1941, en que fecha la «Casida del sediento» sabemos que estuvo escribiendo; luego, debido a su mal estado de salud, no debió de escribir nada.
Varios críticos han relacionado esta obra con el cancionero popular (y, en concreto, con el murciano), como William Rose, Marie Chevallier o José C. Rovira; y en este trabajo queremos plantear esas similitudes entre elCancionero… y los textos tradicionales.
Por un lado, encontramos textos evidentemente influenciados, que reproducen o parafrasean textos de origen popular; por ejemplo, William Rose señaló la gran similitud existente entre un cantar recogido por Rodríguez Marín y «Corazón de leona» de nuestro autor:
Corazón de leona                               Corazón de leona
tienes a veces:                                    tienes a veces.
aunque me ves que lloro                     Zarpa, nardo del odio,
no te estremeces.                                siempre floreces.
(Popular)                                            (M. Hernández)
Otro ejemplo similar es el de la canción «Ni te lavas ni te peinas», en la que José Carlos Rovira advierte de otra influencia surgida en un cantar popular:
Ni me lavo ni me peino,                     Ni te lavas ni te peinas
ni me pongo clavellinas,                    ni sales de ese rincón.
mientras no vea venir                         Contigo queda la sombra,
a mi amante de las minas.                   conmigo el sol.
(Popular)                                            (M. Hernández)
Pero lo más usual es que el poeta oriolano encuentre en las canciones populares un motivo o una inspiración que él emplea para su propia creación. Es el caso de «El pez más viejo del río», en el que se habla de que «nada el agua le divierte» a este pez; esto parece un eco de otro cantar recogido por Rodríguez Marín:
Dicen que el agua divierte,
quita pena y da alegría…
Seguimos con los cantares con los que contribuye Rodríguez Marín. Como indican Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia, la palabra «hoyo» con el significado de sepultura la encontramos en Miguel en los claros ejemplos de «Era un hoyo no muy hondo» (las dos composiciones que comienzan de este modo) y «Mi casa contigo era», que podrían ser un reflejo de este poemita:
Por la senda de la vida
vamos caminando siempre
y al fin y al cabo caemos
en el hoyo de la muerte.
En conclusión, Miguel utilizó recursos y procedimientos estilísticos propios de los textos orales tradicionales, que empleó para dar un carácter personal al amor, la muerte y la vida, sus temas principales, desde la muerte de su hijo a la ausencia de su amada. Además, parece que se acordó del cancionero de su tierra, pues recogió en sus poemas estructuras, motivos y ecos de los mismos, pero imprimiéndole su trágica visión personal.
BIBLIOGRAFÍA:
 HERNÁNDEZ, M. (1995): El hombre acecha. Cancionero y romancero de ausencias. L. de Luis y J. Urrutia (Ed.), Cátedra, Madrid.
RODRÍGUEZ MARÍN, F. (1951): Cantos populares españoles. Madrid.
ROSE, W. (1960): «Lo popular en la poesía de Miguel Hernández», Revista Nacional de Cultura, 140-141. Caracas.
ZUMTHOR, P. (1991): Introducción a la poesía oral. Taurus, Madrid.

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Adiós al padre de Gardel en Surdecordoba.com

En una escueta nota aparecida en uno de los mayores archivos virtuales sobre el tango argentino y su historia, Todotango.com, se anunciaba que el 2 de septiembre había fallecido Juan Carlos Esteban, uno de los nombres vinculados a Carlos Gardel,  que es la gran voz del tango, uno de los mitos argentinos que no nació allí. Y es, precisamente, en este punto del nacimiento del cantor, sobre lo que el recién finado más ha investigado.
Mientras que nadie discute que Gardel falleció el 24 de junio de 1935 en un accidente de avión en Medellín (Colombia), su nacimiento sigue siendo motivo de discusión, distinguiéndose dos teorías o puntos de vista: o bien nació en Tacuarembó (Uruguay) el 11 de diciembre de 1887, o bien en Toulouse (Francia) en 1890, también un 11 de diciembre. Esta cuestión, lejos de ser insignificante, es una de las más debatidas y la que más animadversión origina en el ánimo de los defensores de una u otra postura, y sobre la que Juan Carlos Esteban ha hecho diversas aportaciones, a favor del nacimiento en Toulouse, como la fotografía de Gardel con familiares en este lugar (aunque quienes defienden que nació en Uruguay indican que la fotografía se tomó en otra localidad francesa, Albi) y diversos documentos.
Pero la contribución más reveladora la publicó el año pasado, en el libro El padre de Carlos Gardel, del que comparte la autoría con Georges Galopa y Monique Ruffié. En esta obra, siguieron la pista de Paul Jean Laserre, a quien se atribuía la paternidad del cantor, debido a un comentario de Bertha Gardés, la madre de Carlos; e, incluso, se publicó la partida de nacimiento hallada en Toulouse con fecha del 11 de diciembre de 1890. Así, siguiendo esta postura, Bertha, madre soltera a finales del siglo XIX (algo que no gustó a la familia), se marchó de Francia, llegando a Buenos Aires cuando Carlos tenía dos años y tres meses. En definitiva, una sólida base que contradice la versión de Tacuarembó. Sin embargo, los uruguayistas no se han estado quietos y también han publicado libros y han rodado películas o documentales sobre la Tacuarembó de finales del siglo XIX y el general Escayola, el padre del Zorzal, según este punto de vista.
La marcha de Juan Carlos Esteban hará menos vivaz este debate, que sigue vivo, más allá de los 78 años de la muerte de su protagonista.