De lenguas cooficiales en Lucenahoy.com

Ahora que la Escuela de traductores de Toledo (desde la Universidad de Castilla La Mancha) ha vertido al árabe la Constitución Española de 1978, países como Egipto o Libia, en este momento decisivo de su Historia, tienen la oportunidad de leer uno de los grandes logros políticos de nuestro país. A fin de cuentas, aunque varias no quedaron saldadas, muchas sí, además de que este documento ha dado lugar a uno de los periodos de mayor estabilidad y libertad en España. De ahí, siguiendo con la Carta Magna, que no entienda que en determinados centros educativos de Cataluña esté muy limitada la enseñanza en castellano, donde junto con el catalán es lengua cooficial, es decir, que una no está por encima de otra, en dicha Comunidad Autónoma; y eso es algo que a varios políticos, cuyo interés por la lengua es muy diferente que el de los filólogos, no les gusta.

Cuando leí el Homenaje a Cataluña de George Orwell, que «luchó» en la Guerra Civil (el entrecomillado lo dejo para quien lea la obra) por la República, me sorprendí de que sus compañeros españoles hablaran en catalán, cuando él confesaba tener de por sí dificultades con el castellano (recordemos que era inglés); y, también, que la bandera republicana ondeara en alguna trinchera fascista antes que en Barcelona… Leí a Arturo Pérez Reverte, en un artículo de 1996, en el que no entendía cómo en el Museo Marítimo, situado en las Atarazanas, donde estaba la Galera Real que mandó don Juan de Austria en Lepanto, los carteles informativos solo estaban en catalán y se volcaban con la Historia naval catalana, teniendo elementos más notables, como la citada Galera… Ahora lo de que el sistema educativo permita la enseñanza casi exclusivamente en catalán, lejos del bilingüismo, dejando a un lado el castellano; o que se multe a quien rotula anuncios solo en castellano y no al que rotula únicamente en catalán, cuando deben hacerlo en los dos idiomas obligadamente… Y es que comprender esta cuestión se me escapa, lo de que sea tan difícil llevar a la práctica el uso de dos lenguas, en igualdad de condiciones, sin que se censure ninguna, especialmente al amparo de la libertad de la Constitución.

Gastos de la vuelta al cole en Cabra digital

Ahora en septiembre, cuando hacen su agosto las papelerías, intento evitar en lo posible estos establecimientos. Es tiempo de adquirir lo necesario para la vuelta al cole de niños y adolescentes, por lo que no hay lugar más concurrido ni más proclive a crispar mi paciencia que una papelería. No obstante, hay algunas personas adelantadas que fueron a finales de agosto y allí me las topé.

A pesar de que, cuando entré en el local, la conversación estaba avanzada, pude adivinar fácilmente cómo una mujer se quejaba de lo caro del material escolar, señalando que «los maestros» pedían muchas cosas y que costaba una pasta, dando lugar a una enumeración detallada: lápices (uno de tal número), plastilina (añadió diferentes colores), folios blancos, cuadernos (de una y otra manera), etc.

Lo curioso fue que otra mujer, recién llegada también, que iba agarrada a la mano de su hijo, le empezó a contar lo que «los maestros» habían pedido a su pequeño. Y concluyeron que estos se pasaban de la raya, porque, según argumentaban, con tanto cuaderno y tanto lápiz sus hijos no iban a escribir un libro, y porque no eran artistas para pintar con tanto colorido.

Claramente, las palabras de estas mujeres me decepcionaron, pues, aparte de no tener fe en las posibilidades de su progenie, no valoraban lo que se invertía en su educación y enseñanza. Quizá hubieran preferido emplear ese dinero de lápices y cuadernos (entre otro material) en ropa y calzado, que también son indispensables, para el nuevo curso; quizá creyeran que enseñar a leer, a escribir, a dibujar, a conocer, a comprender, etc. no es necesario frente a una buena colonia o ropa de marca. Quizá.

A todo esto se une, de forma subyacente, el rechazo de «los maestros», en este caso,  que hayan solicitado material para poder llevar a cabo mejor sus clases y, por consiguiente, la educación de niños y niñas; aunque en otros asuntos, como una movilización para no perder opciones y derechos laborales, tampoco tengan el apoyo esperado de padres y madres, quienes más deberían asistirles por la dedicación profesional en beneficio de los hijos, no de ellos ni de los padres.

Una vez se fueron y compré lo que quería, me encontré a una de ellas (la que iba sin el hijo) en la terraza de una cafetería próxima. Tomaba café y media con jamón. «Seguramente –pensé con ironía–, cuando le traigan la cuenta, le dirá al camarero que, si ella no hubiera tenido que comprar todo el material escolar que los maestros han pedido para su hijo, se habría tomado una entera».