En el blog de Jesús Cárdenas sobre Loco afán

El poeta Jesús Cárdenas comparte su vivencia de mi Loco afán desde su blog Reducto de la imaginación:
http://reductodelaimaginacion.blogspot.com/2012/02/y-alli-estuvimos-interviniendo-del.html
El nuevo libro del joven poeta, crítico y profesor Manuel Guerrero Cabrera (1980) presentado el viernes 3 de febrero en el Centro de todas las cosas (Sevilla) tuvo la calidez y la intimidad esperadas, pues aunque es oriundo de Lucena, mantiene algunos estrechas vinculaciones con la ciudad de Sevilla. Aunque espero y confío que sus presentaciones vaya ganando no adeptos, sino amantes -como decía Lorca-.

El autor de Loco afán fue desgranando las cuatro secciones en que se compone el libro, acertadamente, hablando con oficio de la poesía, de la lectura, del significado que adquieren algunos de sus poemas; complemento idóneo para ponernos en órbita, especialmente, en sus poemas más breves, de carácter epigramático: los que cerraban el libro.

El libro publicado por la editorial sevillana Ediciones en Huida es un libro breve, pero intenso. Su lectura no puede -ni debe- hacerse de un tirón, pues el lector podría acabar indigesto. Mi recomendación al lector: ha de saborear los versos con detenimiento, degustándolos -como el que prueba una copa de vino y recrea sus aromas en el paladar-, el ajuste de las palabras, las palabras utilizadas, los guiños a nuestros clásicos (Antonio Machado, Rubén Darío, Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez, Neruda, entre otros), a la música, sobre todo, al tango.

Libro que ahonda en sugerencias, en referencias a lugares típicos como Venecia o Estambul, de los que selecciona un aspecto simbólico («la góndola», «la mezquita», respectivamente), en lo que queda dicho pero sin estridencias en poemas de breve extensión. Del mismo modo los poemas están engarzados en versos cortos, de arte menor, junto con los endecasílabos a los que aompaña o los que constituyen formas estróficas regulares (sonetos, tercetos…), y mención aparte tienen los alejandrinos finales. Versos en cuyo interior hallamos delicados recursos retóricos (metáforas, metonimias, ironía…) que se conjugan perfectamente con un lenguaje entendible, salvo algunos cultismos.

La duda se hace constante en Guerrero Cabrera entre la erudición y la pasión, entre lo escrito y lo vivido; de nuevo, el dilema entre realidad y ficción; entre lo que se dice del amor y lo que se experimenta en el amor. Por eso nos conmueve, nos sacude y como comenta su prologuista Antonio  Llamas «nos atraviesa y arrincona ante el irrefutable hecho de la existencia». Si he de quedarme con algo de lo leído, me quedó con estos dos versos del poema «inesperadamente»:

Y se fue sin aviso como un rayo caído
que escoge ser oscuro tras dividir la noche.